El recorrido estuvo formado por once espacios diferentes. | Pilar Pellicer

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El centro de Sineu se volvió a quedar a oscuras el pasado sábado durante la segunda edición del Contrallum, una iniciativa que pretende mostrar el patrimonio local con un juego de luces y sombras que no deja indiferente.

Desde el Abeurador hasta la iglesia, un recorrido marcado por cientos de pequeñas velas guiaba a las cientos de personas que no se quisieron perder el evento. Las luces de las farolas estaban apagadas y la penumbra ponía de relieve los once espacios habilitados para esta edición del Contrallum, que organiza la regidora Magdalena Genovart con la ayuda de un gran número de voluntarios.

La antigua fábrica de sifones, el patio del Convent o la Plaça Major tuvieron otra perspectiva bajo las sombras. En la iglesia, el coro femenino de la UIB ofreció varios conciertos. Fue el colofón final del recorrido.