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Con la ascensión de Katia Rouarch (PI) y Guillem Balboa a la presidencia de los ayuntamientos de Andratx y Alaró concluye este fin de semana la mayoría de los relevos de alcaldía pactados hace justo dos años, tras los comicios municipales de 2015. Según lo acordado entonces, quedará todavía el tercer cambio de edil previsto en Llucmajor en favor de Gori Estarellas (PSOE). Igualmente ocurrirá en Binissalem y Manacor, aunque, a diferencia de Llucmajor, el triple relevo no será fruto de un pacto post electoral, sino consecuencia de una dimisión y una moción de censura.

Pero antes de repasar los relevos de alcaldía provocados por ‘causas extraordinarias’, es decir, no pactadas, pongamos la lupa sobre los municipios donde sí se ha cumplido con el guión establecido tras los últimos comicios locales. Cambios estos que, sea dicho de paso, no han trastocado en demasía la paleta de colores del poder municipal.

A los relevos de pasado mañana en Andratx y Alaró les han precedido los de Son Servera, donde el sábado Natalia Troya (PSOE) entregó la vara de mando a Antoni Servera (Independents). Un proceso de cambio que se había iniciado a finales de 2016 en Llucmajor tras la entrada de Bernardí Vives (PI) y la salida de Jaume Tomàs (Més). Luego siguieron los relevos de Santa Margalida con la consagración de Joan Monjo (Convergència) como alcalde de la Vila en sustitución de Martí Torres (PP); y de Sant Joan, donde el PI, de la mano de Francesc Mestre, se hizo con la alcaldía que le cedió Pablo Pascual (PP). También se cumplió con lo pactado en junio de 2015 en Artà, donde Manuel Galán (PSOE) sustituyó a Bartomeu Gili (PI) como máximo responsable municipal; en Sineu, con la investidura de Miquel Gelabert (GxS) y el adiós del histórico Josep Oliver Pavarotti (PI); y, finalmente, en Petra, donde Salvador Femenías (PI) traspasó los bártulos de alcalde a Martí Sansaloni (PP).

Dónde no se ha cumplido con lo pactado hace dos años ha sido en ses Salines, donde Endavant rompió en otoño pasado el acuerdo de gobierno que había suscrito con el PI. A día de hoy, Bernat Roig sigue ocupando la Alcaldía –con el plácet del PP– cuando, según la palabra dada, la debería haber cedido al edil Tolo Salvà.

Mociones de censura y dimisiones

Pero al margen de los relevos cumplidos e incumplidos, tal y como se apuntaba al principio, durante la primera mitad de la legislatura se han producido otros cambios en determinadas alcaldías. Extraordinarios. Forzados por mociones de censura y dimisiones. El primero de estos cambios ‘imprevistos’ tuvo lugar en Manacor, a los cuatro meses de haberse iniciado el mandato. Durante ese tiempo gobernó una alianza de izquierdas concertado por Més–Esquerra, PSOE y Volem, consiguiendo lo que tras las elecciones había sido una tarea imposible: un pacto entre PP, PI y AIPC que encumbró al popular Pedro Rosselló en la alcaldía y que prevé su relevo en favor de la regionalista Catalina Riera.

También hubo cambios traumáticos en Maria de la Salut y Selva. En el primer municipio, Antoni Mulet (PP) presentó su dimisión como alcalde cinco minutos antes de que se ejecutara una moción de censura liderada por el actual primer edil Biel Mas (PI). En Selva, en cambio, Joan Rotger (PP) no renunció antes de ser censurado y se sometió a la moción que sirvió para investir a Joan Sastre (PI) como mandamás del pueblo.

Aunque también existió ambiente de crisis en Binissalem, la sangre no llegó al río. Para mantener al PP en al frente del gobierno, Jeroni Salom abandonó la alcaldía para dar paso a Andreu Villalonga, quien, dentro de un año, cederá el control municipal a Víctor Martí (UxB). Algo similar ocurrió en Lloseta, donde el líder del PI, Tomeu Moyà, presentó su renuncia para hacer alcalde a Chema Muñoz, el portavoz de sus socios socialistas.