Centenares de personas se concentran en las inmediaciones de la plaza de Sant Bartomeu para disfrutar de este evento ecuestre. | J. Lladó

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Los saliners tienen pasión por los caballos y ello bien lo demuestra la decimocuarta edición de la Festa des Cavall. Un acto que empieza a tomar cuerpo de tradición y que tiene sus raíces en los pueblos de Menorca que, siempre salvando las distancias, celebran sus 'jaleos' y caragols en las fiestas patronales de verano.

Aunque ses Salines y Menorca no tengan demasiadas cosas en común, los caballos, los saltos, las corregudes y el gin amb llimonada de ayer noche los unieron más que nunca.

Un año más, la Agrupació Cavallista de ses Salines organizó este acto, que volvió a llenar las calles más céntricas del pueblo con una multitud que cada año alcanza un nuevo récord de asistentes y participantes.

La celebración, una copia de los tradicionales jaleos de Menorca, comenzó hacia las ocho de la tarde con el replec de caixers por las diferentes casas del pueblo.

Espectáculo

Una vez que todos los caixers están concentrados se desplazan hasta la plaza de Sant Bartomeu y en la calle del Batle Andreu Burguera para empezar el espectáculo.

A la hora de cerrar esta edición, la Festa des Cavall transcurrió sin ningún tipo de incidente gracias al aumento de las medidas de seguridad que se aplican desde hace unos años.

Con todo, el evento comenzó en medio de los botes de los jinetes con los caballos. Los más atrevidos ayudan a los equinos a saltar, emulando a los jóvenes menorquines. Así, las carreras individuales y en pareja emocionaron a los presentes y la adrenalina subía cada vez con más insistencia. Hubo saltos espectaculares y algunas corregudes fueron muy aplaudidas por los amantes del mundo del caballo porque, comprensiblemente, en ses Salines no faltan. Asimismo, la fiesta estaba regada en todo momento de gin amb llimonada.

En cualquier caso, y como siempre, hubo quejas, sobre todo porque el lugar donde se desarrolla la fiesta es la parte antigua del pueblo y la zona donde se concentra la mayoría de comercios y restaurantes del pueblo.

Algunos consideran que este acto debería trasladar a otro lugar de la localidad, como la zona próxima al cementerio, para evitar molestias.