Los meses de verano se producen diariamente ocho desembarcos de golondrinas pequeñas y dos de embarcaciones grandes.

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Todavía habrá ciudadanos en la Isla que no conozcan sa Dragonera, pero lo cierto es que año tras año este parque natural recibe miles de visitas y, sobre todo, de escolares. El año pasado, el parque fue visitado por 35.155 personas, 11.000 más que en el ejercicio anterior, si bien es verdad que lejos está la cifra de 83.959 visitas de 1999. Concentraciones de gente como ésta no se volverán a repetir en la pequeña isla, porque el Plan Rector de Uso y Gestión, aprobado en el año 2001, limitó el número de grandes embarcaciones para canalizar las visitas más adecuadas a las características de este espacio natural. En estos momentos, la distribución de las visitas está mucho más repartida y dirigida, sobre todo, a grupos organizados (escolares, adultos organizados...), que deben solicitar autorización previa.

Actualmente, realizan excursiones a sa Dragonera cuatro golondrinas, dos pequeñas y dos grandes (de 150 personas) y éstas últimas no pueden desembarcar simultáneamente para evitar las aglomeraciones. Las condiciones climáticas y el funcionamiento de las cuatro golondrinas contribuyeron el año pasado al incremento de las visitas. Además, los colegios ya solicitan las visitas de forma regular. De hecho en 2008, viajaron al parque 87 grupos escolares con 4.158 participantes, con una media de 48 alumnos por grupo.

La memoria de gestión del parque destaca que la concentración de visitas se concentran en los meses estivales (junio, julio, agosto y septiembre), mientras que las condiciones climatológicas impiden las visitas en noviembre y diciembre.

Esta memoria se presentó recientemente a la junta rectora del parque. En ésta se dio cuenta de los proyectos ejecutados como las boyas fijas instaladas para el fondeo de grandes golondrinas que dañaban el fondo marino. Asimismo, para este año está prevista la contratación de una empresa externa para restaurar las numerosas parets seques que se dañaron el pasado invierno con las lluvias. No fue un gran desastre, pero sí que es necesario restaurar lo dañado para evitar su degradación.