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Las monjas franciscanas echarán de menos Valldemossa y Valldemossa echará de menos a las hermanas. Después de 120 años, el convento de las Hijas de la Misericordia ha cerrado sus puertas. La falta de vocaciones ha llevado a la congregación a tomar la misma decisión que en Costitx, donde este mismo año, las monjas también dejaron el municipio.

Y es que los tiempos cambian. En Valldemossa, durante muchos años, la misión de las monjas estuvo relacionada con la educación y sanidad. Ellas se hicieron cargo de la escoleta y dieron las primeras lecciones a muchos niños de Valldemossa, que hoy ya son padres de familia. También se encargaron de la asistencia a domicilio de enfermos y allí estaban cuando alguien se moría. Estas labores no hace mucho años que se dejaron de hacer, pero con la apertura de la escuela y del centro de salud su trabajo ya no era tan imprescindible y, además, se han ido haciendo mayores y no ha entrado nuevas vocaciones. En los últimos años, han vivido en el convento de Valldemossa la superiora sor Isabel Sansó, sor Maria Rigo y sor Francisca Cifre, la más veterana que ya llevaba 30 años en el pueblo de la Serra más visitado.

«Nos llevamos el recuerdo de un pueblo extraordinariamente bello. Siempre nos han querido, respetado y acompañado», indica sor Maria. Y así se puso de manifiesto en el homenaje que el día de Sant Bartomeu les hizo el pueblo de Valldemossa. El Ajuntament quiso hacerles una despedida en la que participaron numerosos vecinos y en la que se descubrió una placa en agradecimiento a su trabajo.

Ahora, se desconoce qué pasará con el convento. El alcalde Jaume Vila (VV) indica que por por parte del Consistorio existe la voluntad de negociar con la congregación de las franciscanas para darle un uso social al edificio, ubicado en la calle Rosa, para una residencia o centro de día. En todo caso, Valldemossa siempre recordará el trabajo que durante 120 años desarrollaron en el pueblo.