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LL.GARCIA/M.JOY El nuevo proyecto de edificaciones sobre el muelle de marinería, alternativo al que aprobó el Govern balear la anterior legislatura, es muy vanguardista e incluye grandes terrazas sobre la cubierta que permiten el paseo y disfrute de los visitantes, así como otros equipamientos y servicios como una piscina interior. El proyecto tenía que darse a conocer ayer por la noche a los ciudadanos y sectores más implicados, ya que el Ajuntament quiere que sean los ciudadanos los que opinen sobre cuál de las dos alternativas se debe realizar.

Las nuevas estructuras que quiere construir la empresa concesionaria del muelle, Nuevos Puertos Deportivos SL, suponen dar un gran giro urbanístico a uno de los puntos neurálgicos del puerto y sigue sin definir de forma clara los espacios que se destinarán para las actividades tradicionales relacionadas con la pesca profesional. Hay que recordar que el proyecto original ya motivó un fuerte debate y las protestas de diferentes sectores puesto que lo consideraban demasiado grande e impactante.

Tras una modificación y el compromiso del Gobierno balear de que se eliminaría del proyecto una gran superficie comercial, las obras no empezaron en los plazos estipulados puesto que la concesionaria pidió al Govern la modificación del proyecto y, según admitió el Ajuntament en aquel momento, tanto el Ejecutivo balear como el Consistorio habrían pedido a la concesionaria que retrasara las obras hasta después de las elecciones municipales.

Las obras deberían haber empezado hace ya un año. Aunque el Ajuntament no se ha querido pronunciar sobre cuál de los dos edificios prefiere, fuentes próximas al equipo de gobierno han revelado que se podría plantear reclamar el rescate de la concesión del muelle de marinería que el Govern adjudicó por 28 años al actual gestor. El hecho es que cuando la empresa decidió aplazar la construcción ya se habían extendido por el Port rumores de que los edificios no se hacían porque supondrían un desgaste para el PP y porque se revelarían sus finalidades comerciales. El ex alcalde Carles Simarro dijo que no había esta doble intención y que «el concesionario obtuvo la concesión con un proyecto básico y al redactar el definitivo decidió que fuera más innovador».