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A.G.
La Guardia Civil de Artà «extravió» durante dos años y tres meses un documento supuestamente incriminatorio contra Jaume Sastre. Pese a la posible gravedad de los hechos que allí se relataban, nadie, ni siquiera el propio declarante, el escolta Pedro Gómez, lo recordó en los Juzgados. La Guardia Civil «recuperó» los dos folios el lunes pasado, el mismo día de la vista oral, después de que el sargento primero no acertara explicar cómo sabía que había una «veintena» de personas con banderas independentistas en actitud agresiva ante la piscina de Pedro J. Ramírez el 13 de agosto de 2004, si él nunca las había visto y no había ningún informe en este sentido.

Se justifica ahora como un «extravío» lo que, de otro modo, sólo podría ser un documento fabricado con posterioridad. La historia es la siguiente. El 16 de agosto de 2004 la Guardia Civil de Artà remitió al Juzgado número 2 de Manacor las diligencias que había abierto sobre la rueda de prensa junto a la piscina de Pedro J. Ramírez. La Benemérita adjuntó seis folios, además de la carátula: dos, que correspondían a una denuncia efectuada aquel mismo día 16 por el jefe de escoltas de Ramírez, Pedro Gómez, sobre la intención de Jaume Sastre de penetrar en la piscina. En ningún lugar hablaba ni de personas agresivas ni de gritos ni de insultos ni nada por el estilo. Los otros tres folios eran un recorte de prensa y un comunicado del Lobby per la Independència que invitaba a todos los mallorquines a bañarse en la pileta pública. No estaba, sin embargo, el documento fundamental, con el mismo número de diligencias (1.388/04) que el resto y fechado el 14 de agosto: las declaraciones del escolta Pedro Gómez que informaba de una concentración de personas agresivas. Sorprendentemente, quien «olvidó» remitir al juzgado esta declaración fue el mismo guardia civil que sólo dos días antes había tomado declaración al escolta.

¿Por qué no se adjuntó este documento con el resto? ¿Por qué nunca fue enviado al Juzgado de instrucción y permaneció oculto hasta el pasado lunes, cuando lo aportó por primera vez la Benemérita?

No existe ninguna explicación lógica. Durante los dos años de instrucción judicial el escolta no recordó que había realizado una declaración incriminatoria por actos violentos. El diario de Pedro J. Ramírez, tan sensible a este tipo de conductas, tampoco hizo ni una sola mención en todo ese tiempo. Hasta la semana pasada nadie había hablado ni de manifestantes enarbolando banderas independentistas ni de personas agresivas porque, sencillamente, no se vieron. ¿Por qué entonces el sargento primero de Artà se descolgó con un informe incriminatorio contra Jaume Sastre?

Seguramente el sargento, además de desconocer lo que había sucedido, ignoraba que existía otro documento firmado por el delegado del Gobierno sobre la insólita situación administrativa de la piscina de Ramírez. Y en el historial de la Delegación quedaba claro que el 13 de agosto de 2004, en la Costa dels Pins, no había pasado nada.

La cuestión reviste gravedad porque ambos documentos, el del escolta y el del sargento, entraron como pruebas de cargo contra Jaume Sastre -a quien Pedro J. quiere ver encerrado en la cárcel- sin que su abogado, Josep de Luis, apenas tuviera tiempo para saber de dónde le venían los tiros.

Pero la mayor sorpresa la vivió el sargento primero de Artà, Enrique Martínez, que se enfureció al ver que el informe incriminador que había remitido al juzgado unas horas antes había ido a caer a manos de una periodista. ¿Por qué se contrarió, si era un documento público acerca de hechos públicos y sobre los que no pesa ningún secreto de sumario? ¿Por qué, si fue solicitado por el juez a petición de la parte acusada?