La Fira dio a conocer el sabor de las anguilas en las «espinagades» que varias mujeres preparaban en la plaza. Foto:M.M.

TW
0

La Fira de Tardor de sa Pobla, dedicada este año al agua, congregó ayer a miles de personas, aunque no fue tan concurrida como en años anteriores. Como cada año el punto fuerte de esta feria estuvo en la plaza del Ajuntament, que ayer se convirtió en un verdadero museo de la historia de la agricultura en sa Pobla.

El itinerario de este museo al aire libre, con numerosas pancartas explicativas incluidas, comenzaba con un trozo de tierra de secano. Posteriormente, los visitantes podían ver una síquia en funcionamiento, piezas de antiguos molinos de cola, un burro, una enorme perforadora, vacas de l'Albufera, una pecera con unas cincuenta anguilas y una exposición de máquinas para extraer agua y bombas de agua, de cuyo funcionamiento el mecánico jubilado Emilio Echaniz Gurruchaga, más conocido como «Gelabert», se encargaba de explicar a los visitantes.

«Vendí y arreglé máquinas extractoras durante más de 25 años en sa Pobla y las que hemos expuesto aquí son algunas reproducciones y piezas de aquellas herramientas que sirvieron para conseguir una tierra más fértil», explicaba. En la exposición no faltaba nada e incluso se instaló un excusado como los que utilizaban a principios de siglo. Uno de los grandes atractivos estaba, sin duda, al final, dónde un grupo de hombres y mujeres de sa Pobla preparaban espinagadas y cocas de verdura que horneaban en un horno de leña construido para la ocasión.