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Faltaban diez minutos para las doce de la mañana, hora de la tradicional suelta de patos de can Picafort, cuando a pie de calle todavía eran muchos los que debatían ayer si este año habría o no suelta después de la última multa impuesta por el Govern, de 9.000 euros y la amenaza de exigir responsabilidades legales.

Ante este panorama por primera vez en la historia de can Picafort las autoridades políticas decidieron quedarse al margen de la fiesta (prohibida por ley), retiraron la convocatoria del programa de fiestas de la Mare de Deu y acudieron ayer a la cita anual como meros espectadores «por lo que pueda pasar», dijo el alcalde Antoni del Olmo (PP).

El alcalde, al igual que muchos ciudadanos de can Picafort vestía ayer camiseta azul cielo diseñada especialmente para la ocasión con el lema «Sí volem patos». Y realmente los tuvieron. Ante una inusual calma en el escenario habitual de la suelta de patos poco a poco una riada de gente corría la voz de que este año se haría la suelta en la playa junto a la plaza Cervantes organizada por particulares en las inmediaciones del puerto y es que según los expertos el mal tiempo desaconsejaba celebrar la suelta en mar abierto «no es que hayamos querido despistar», explicaban.