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J.SOCIES/C.VENY
Hace justo 200 años que los ermitaños Francisco, Pablo, Ramón, Manuel y el fundador, Sebastián de San Pablo «llegaron del desierto de Binialgorfa y con ramas de algarrobo como techumbre, convirtieron esta tierra en productiva y el desierto, en santuario». Con estas palabras, el rector de la parroquia de Artà, Antoni Amorós, recordaba a los primeros ermitaños que con su gran esfuerzo, fundaron la ermita de Betlem en Artà. El viernes, el obispo de Mallorca Jesús Murgui, presidió la misa de acción de gracias con motivo del bicentenario de la fundación.

Durante su sermón, el obispo Murgui hizo especial énfasis en el «buen hábito de la contemplación» y en este sentido lanzó el siguiente mensaje: «es importante que los cristianos nos convirtamos en ermitaños un ratito cada día». Así mismo Murgui no dudó en establecer una comparación, al manifestar: «igual que Ramon Llull se retiró a Randa para encontrar al Señor; en Betlem, los ermitaños siguen la misma idea y como Santa Catalina Thomàs, «son modelos de personas dedicadas al Señor».

El obispo también recordó que en el año 1805, un grupo de ermitaños fundaron esta ermita y «hoy es una más de la gran riqueza de ermitas que tenemos». De hecho, en esta de Betlem, y en la ermita de la Trinidad de Valldemossa, ambas pertenecientes a la congregación de ermitaños de Sant Pau y de Sant Sebastià, residen las dos comunidades masculinas de vida contemplativa que existen en Mallorca. Integran estas dos comunidades, seis ermitaños y un postulante.

La misa se celebró en un entorno privilegiado, fuera del templo al aire libre, entre la vegetación y con vistas a la montaña y al mar.

A parte del obispo Murgui, el rector de Artà y los ermitaños, también estuvieron presentes cerca de unos veinte sacerdotes. Unas cien personas llegadas de muchos pueblos vecinos, también se trasladaron a la ermita de Betlem para celebrar el acontecimiento.