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Algunos de los vecinos del llogaret de Ullaró, en el que hay empadronadas 14 personas, han expresado a Ultima Hora su malestar y rechazo a la autovía entre Inca y sa Pobla. Al igual que la localidad de Campanet, Ullaró está declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Sus habitantes se quejan principalmente del impacto visual que provocará la construcción de un puente elevado de unos siete metros de altura para acceder a este pequeño núcleo urbano. La vecina Ingrid Uta Wolter, propietaria del agroturismo Son Pons es una de las más afectadas por la autovía que discurrirá a pocos metros de su establecimiento hotelero. Ahora, Ingrid Uta Wolter lamenta que la Conselleria d'Obres Públiques del Govern balear no tuviera en cuenta en su momento sus alegaciones en las que expuso que «veo con preocupación el futuro de mi industria si el proyecto se desarrolla de la manera prevista por lo que pido una revisión del modelo proyectado en la salida hacia Ullaró», dijo.

«Ninguno de los turistas que conozco quiere esta autovía porque su casa (Inglaterra o Alemania) está llena de autopistas y cuando vienen aquí quieren otra cosa», comenta la propietaria de Son Pons. Alke Henning, que vive en Ullaró desde hace unos años explicaba: «Lo peor de este proyecto es el puente que será excesivamente grande e increíblemente feo para tan solo unos cuantos coches que cada día saldrán de Ullaró». «No han hecho ningún caso a nuestras alegaciones, no han preguntado a los habitantes de Ullaró si queremos este puente», indicó.

La campanetera Joana Cantallops, que desde hace 57 años vive en Ullaró comentaba: «antes estábamos más tranquilos.» Otros vecinos no consideran tan desacertada esta autovía: «Tal vez nos ayude a tener un turismo de más calidad», comentó Catalina Rebassa.