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TOMEU GARCIES Un intenso aroma a mirto fresco se extendió en la mañana de ayer por todos los rincones de Selva. Esta era la señal de que se ponía en marcha la Fira de ses Herbes de este año, que siguió las mismas pautas que en sus dos primeras ediciones aunque incorporó algunas novedades.

A primera hora de la mañana, los carros cargados de mirto se concentraron en la plaza desde donde partieron en una procesión a la que se incorporaron por primera vez los niños disfrazados de demonios. Al son de los xeremies y de los tambores, los carros atravesaron el centro del pueblo hasta llegar a la plaza donde les esperaba el alambique con el que se produce la tradicional agua de mirto.

Las hierbas fueron descargadas y situadas junto al alambique mientras bailaban a su alrededor los personajes de «L'esbart de Ses Herbes».
Acompañando a la tropa este año debutaron Pau y Rosa, los dos gigantes diseñados por el artista Andrew Pinder. De esta forma, se enriquecen año a año los elementos festivos de una feria reciente pero original.

Todo el proceso de destilación del agua de mirto congregó gran cantidad de público. Entre los asistentes, había representantes de la política local y autonómica, como el alcalde Joan Rotger y el conseller de Obres Públiques, Francesc Quetglas.