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Josep Gallego (Ucap) se convirtió ayer en el nuevo alcalde de Capdepera, una vez que el pleno aceptara la renuncia de Joan Pascual y aprobara su nombramiento. La elección se hizo a través de votación secreta y entre duras críticas de la oposición a la gestión municipal. El PP no dio su voto de confianza al alcalde, Es Grup lo apoyó pero con una visión crítica y el PSM no quiso manifestar su opinión en la sesión plenaria. Con nueve votos a favor, Josep Gallego recogía la vara de manos del primer teniente de alcalde, Climent Alzina (PSOE), y en una sala repleta de gente.

«Dejo la política con la satisfacción del deber cumplido. Me voy con el orgullo de ver que los ciudadanos de este pueblo cada día se sienten más gabellins y cala rajaders». Con estas palabras y con voz temblorosa por la emoción dejaba Joan Pascual (Ucap) la Alcaldía y el mundo de la política dando paso a su sucesor, el número 2 de Ucap, Josep Gallego. Pascual había presentado su dimisión hace unos días por «motivos personales».

La votación dio como resultado, nueve votos a favor de Josep Gallego, dos para Joan Ferrer (PP) y uno para Felip Esteva (PSM). Gallego empezó su intervención haciendo un pequeño recordatorio de cómo se inició en el mundo de la política al lado de Pascual. Tuvo palabras de agradecimiento hacia Pascual y hacia «su inmensa labor al servicio de Capdepera». El primer edil añadía que «para una persona, ser el alcalde de su pueblo es lo mejor que le puede pasar». Joana Aina Flaquer, en nombre de Ucap, dio las gracias a Pascual destacando su cualidad como buen político y su «honestidad».

Por su parte, Climent Alzina (PSOE), socio de gobierno, comentaba que «seguiremos dando nuestro apoyo porque nosotros hicimos un pacto de partidos». Cuando llegó el turno de la intervención de la oposición, los que se mostraron más críticos fueron los del PP. Su portavoz Joan Ferrer comparaba el Ajuntament con un barco que está naufragando y que «para solventar la situación han cambiando el capitán». Antoni Muntaner (Es Grup) aconsejaba al alcalde que fuera «dialogante, que escuchara a los vecinos y que pusiera orden en este caos». Ambos hablaron de especulación urbanística, de «tener regidores que dicen mentiras, de inseguridad jurídica, de desatender a los vecinos», entre otros asuntos.