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M. COMÍN No es una escuela cualquiera. Los cerca de treinta padres y madres que ayer aprovecharon la jornada de puertas abiertas de la escolanía de Lluc pudieron comprobarlo. «Nuestra escuela no es un centro de reparación. Los niños que vienen a Lluc lo hacen decididos a ser blauets», mantuvo en la reunión informativa el coordinador general de la escolanía, Bernat Alemany, quien reconoció molestarse cuando «algunos padres nos consideren el último recurso para arreglar a sus hijos».

Los requisitos para entrar en el emblemático centro son «tener al menos ocho años y aptitudes para la música, aunque se carezca de conocimientos musicales». De hecho, desde 1531, es la música y el canto diario de los niños a la Mare de Déu de Lluc la causa que en el santuario haya una escuela y no al revés.

Actualmente, la popularmente conocida como escuela de los blauets tiene 45 alumnos, de entre 8 y 13 años que residen en el santuario de lunes por la mañana a domingo a mediodía. Justo después de la misa marchan durante unas horas.

Además de música y canto, y las asignaturas del curso que por edad les corresponde, los alumnos de la escolanía aprenden en Lluc a practicar diversos deportes y a convivir. «Desarrollan lazos de solidaridad y complicidad con los compañeros», dijo el profesor Joan Comas.