El que ha sido presidente de la unión agraria, Miquel Bonet, lamentó el cierre de los almacenes de la cooperativa. Foto: J.M.S.

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JOSEP MARIA SASTRE En el año 1972, la Cooperativa Agrícola de ses Salines abrió sus puertas y 28 años después se ha visto obligada a cerrarlas. La vida de la sociedad de agricultores del municipio ha dependido de la bonanza económica del sector ganadero del municipio, ya que los ingresos más importantes de la unión de agricultores entraban gracias a la venta de comida mezclada para vacas.

Cuando comenzó la andadura de la cooperativa, en ses Salines había unas 5.000 vacas repartidas en distintas ganaderías. Hoy sólo quedan cuatro explotaciones y entre todas no llegan a los 400 ejemplares. Este cierre progresivo de las explotaciones de ganado vacuno ha provocado que los 100 socios de la cooperativa, en la última junta general, decidieran clausurarla definitivamente.

El que ha sido presidente de la agrupación agraria durante 26 años, Miquel Bonet, manifestó que la determinación de clausurar la cooperativa «ha sido una decisión muy difícil, ya que fuimos muchos los que sudamos para que funcionase, pero no ha quedado otra alternativa porque ya perdíamos dinero». Compungido, Bonet añadió que «ya no hay payeses, las tierras aún existen, pero los payeses las han dejado».

Además del problema de la desaparición de las ganaderías, Bonet achaca la clausura de la cooperativa a «la oferta de las grandes superficies en productos como insecticidas para plantas, medicamentos para animales, ya que ofrecen los productos a precios con los que no podíamos competir».

Los payeses dejan el campo para dedicarse al turismo
Las características territoriales de ses Salines también han influido en el abandono progresivo de la agricultura, ya que la zona costera de la Colònia de Sant Jordi se ha convertido en una tentadora oportunidad para vivir del turismo. De hecho, una gran parte de los vecinos de la localidad trabaja en el sector hotelero. Los payeses de la localidad no han estado al margen del auge turístico de la Colònia de Sant Jordi y son muchos los que han abandonado sus explotaciones para dedicarse a trabajos relacionados de forma directa o indirecta con el turismo.