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JOSEP MARIA SASTRE Año tras año, Porreres aparece en todas las estadísticas como uno de los pueblos más calurosos de Mallorca y entre julio y agosto las temperaturas se instalan entre los 30 y los 35 grados centígrados. Sin embargo, los vecinos que durante el verano permanecen en Porreres y no se van a la costa han aprendido a aguantar y a convivir con el calor, defendiéndose de él como buenamente pueden: con ventiladores en el interior de las casas; la sombra, en fin, es el rincón más ansiado por los porrerencs durante el verano.

Prueba evidente de que el calor abrasador del municipio está ya aceptado por los vecinos como algo «normal» son sus reacciones: «Sólo faltaría que en agosto no hiciera calor», comenta un porrerenc. Y a la pregunta de si este mes de agosto hace más calor que en otros años las respuestas coinciden en señalar que «en relación al año pasado han sido más calurosos los meses de junio y julio que agosto».

Las calles de Porreres a las 15.00 horas están desiertas e incluso las terrazas de los bares de la Plaça de la Vila están vacías. Esta misma hora, por extraño que parezca, es la elegida por un grupo de mujeres para refrescarse en la piscina municipal realizando un curso de natación. El mayor problema, según comentan, surge por las noches, cuando el calor se vuelve «un poco más insoportable ya que las sábanas se pegan y es más difícil conciliar el sueño». El resto del día aguantan el calor estoicamente y con resignación ya que «total, son dos meses».