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«Yo soy el GPS de la EMT de Palma». Quien habla es Juan Henares Reyes, más conocido como Juanito, que a día de hoy tiene grabado a fuego los recorridos de todas las líneas del transporte público. Tanto que, aunque lleva más de una década jubilado, «cada día me subo al autobús durante ocho o diez horas». Y se ha convertido en el guía de los nuevos conductores de autobús que aún no se conocen los recorridos ni las paradas o es capaz de guiarlos cuando hay desvíos por obras o manifestaciones. Toda una autoridad respetadísima entre los conductores.

Durante décadas ha ejercido como cobrador en los autobuses de la Sociedad Anónima Laboral Mallorquina de Autobuses (SALMA), que nació en los 50 como una cooperativa de conductores. Pero fue el 1 de marzo de 1971 cuando obtuvo la concesión de las líneas municipales de buses. Una fecha para el recuerdo, medio siglo del gérmen de la actual EMT. Así que Juanito y sus compañeros más veteranos están de celebración.

Henares ingresó en la empresa el 1 de febrero de 1972, empezó como cobrador, cuando aún existía esta figura. «Estaba el conductor delante y yo detrás, en una cabina, cobrando a todos los pasajeros», cuenta.

Para recordar viejos tiempos están también Juan Antonio Salamanca, que gracias a su padre entró en el taller como aprendiz. Y en el caso de Ángel Lozano, jubilado el pasado 28 de febrero. O Salvador Candela, «yo estudiaba delineación pero mi padre era conductor de tranvías eléctricos. Así que entré a trabajar como peón de limpieza. Luego, en el taller por la noche, engrasando autobuses. De allí a conductor durante tres años, para luego ser inspector y de ahí a operador SAE (Sistema de Ayuda a la Explotación), que guía a los autobuses en plena ruta.

Todos recuerdan los tiempos en los que SALMA era una empresa familiar, antes de convertirse en una entidad municipal: «Teníamos biblioteca, club de ajedrez, petanca, fútbol». Y las líneas de SALMA se expandían más allá del municipio, extendiendo sus vajes hasta Palma Nova, Capdellá o Illetes.
Eran tiempos en los que paenas había tráfico, no se había extendido el uso del coche privado. El turismo, que ahora atora las arterias del tráfico de Ciutat, se estaba larvando y había ‘apenas’ 271.000 habitantes. «Los fines de semana las calles estaban vacías de coches», recuerdan los veteranos.
En aquella época los billetes costaban «dos pesetas y media hasta La Vileta y por la noche había un suplemento de una peseta», recuerda Juanito.

No había semáforos, sino guardias que se colocaban sobre una peana para dirigir el tráfico, mientras no había semáforos. Y en Navidad los conductores de Salma se apresuraban a dejar sus regalos de Navidad: «Gaseosas, cajas de cerveza e incluso alguna gallina viva».

En los autobuses de SALMA se ha vivido otra Palma de la que ya solo quedan recuerdos. «No había Vía de Cintura ni autopista y teníamos que ir por el Camí Fondo», recuerdan. Y en estos vehículos subían pasajeros pero también «burros. En el bus nocturno del Arenal, por 25 pesetas te dejaban subir al burro para llevarlo hasta el matadero», recuerda Candela, que añade que «en la Línea 18 los viajeros llevaban escondidos gallos de pelea para llevarlos hasta Son Banya».

Fumar dentro del autobús, peleas de perros entre los viajeros, pasar por alto el aofro máximo «es que te daba pena dejarles en la parada», se disculpa uno de ellos, era el pan de cada día. Y también había embarazadas que comenzaban las contracciones «y entonces quitábamos el cartel de la línea y nos desviábamos a Son Dureta».

Ahora, los autobuses de la EMT antiguos se encuentran circulando por Cuba, el Sáhara, Gambia o Guatemala. «El autobús de Guatemala acabó dando vueltas porque la empresa transportista quebró y acabó en el puerto de Baltimore. Entonces llegaban a la EMT multas del Ayuntamiento de Baltimore por contaminar su puerto», afirman. Los chóferes de la EMT viajan por el mundo y a veces, se topan con sus antiguos autobuses. «Un compañero se encontró uno en República Dominicana y le habían quitado las ventanillas porque no tenían aire acondicionado», cuentan.

El 1 de marzo de 1985, Salma pasó a convertirse en la EMT. En 2001 se mudaron desde el polígono de Son Castelló a las cocheras actuales, en el Camí Vell de Llucmajor. Comenzaba así la nueva etapa de la EMT, con una plantilla mucho más amplia. Como dice ‘Juanito’ al despedirse: «Si me ves en el autobús, grítame, que yo te saludaré». Juanito debería ser Patrimonio Inmaterial de la Ciudad de Palma.