Las cabras en un jardín de uno de los chalets de Son Vida. | J.A.B.

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En 1986 se estrenó la película Cococdrilo Dundee, donde un fornido Michael Dundee se dedicaba a la caza del cocodrilo en Australia. A unos cuantos miles de kilómetros de distancia, en 2024 José Antonio Bonet se dedica a la captura de la cabra de Son Vida.

«Las cabras no tienen la culpa de que las casas se hayan comido la montaña», justifica Bonet, que a finales de febrero llevó a cabo su servicio especial: apresar cabras salvajes que reclaman el territorio arrebatado y se cuelan en mansiones de millonarios. «Los animales están haciendo mucho daño en los chalets de Son Vida. Hice un cerramiento para que no entraran pero han vuelto a saltar. A ver si el Ajuntament de Palma pone orden», dice Bonet.

Estas viviendas en zonas escarpadas son un oasis para los animales, que entran en los jardines, se comen las plantas, se bañan en sus piscinas y defecan y orinan en las terrazas. El calor (estamos en marzo) hace que estos mamíferos quieran refrescarse. «Se meten en las piscinas a beber agua pero no se ahogan. Son duras de pelar», dice Bonet.

Las huellas que incriminan a los animales. Fotos: J.A.B.
Las cabras salvajes ‘cumplen condena’ en una finca de Sineu.

No importa el vallado que se instale: son todoterreno y se encaraman a los árboles para sortearlo. Las viviendas están desocupadas gran parte del año, ya que sus propietarios son extranjeros, así que las cabras salvajes se envalentonan y se adueñan de estas mansiones cuyo valor es de varios millones de euros. El fenómeno se repite en Son Gual y también han hecho suya la carretera de Puntiró, lo que puede provocar accidentes. Por cierto, las cabras okupas apresadas el otro día en Son Vida acabaron en una finca de Sineu y para redimirse, se dedican a limpiar terrenos. No es mal destino tampoco.