Imagen de Villa Teresa, en la barriada de El Terreno. | G.A.

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Hubo un tiempo en que El Terreno reunió a un buen número de artistas e intelectuales que escogieron este barrio ahora en plena rehabilitación, para establecer allí su residencia. Era la época de ‘La lsla de la Calma’ de Santiago Rusiñol. Cuando el traqueteo del tranvía que paraba en una aún idílica plaza Gomila uniendo el centro de Palma con Génova y Cas Catalá, era el único sonido perceptible en sus alrededores, junto al canto de los pájaros. S’Arxiduc, Luís Salvador y hasta Jules Verne destacaron el encanto de aquel barrio.

Algunas de aquellas casas han sobrevivido milagrosamente hasta nuestros días. Otras sucumbieron víctimas de la especulación de los años 70, cuando sus grandes jardines fueron ocupados por enormes y anodinos bloques de pisos. Es la imagen de un barrio en permanente transformación, desde el boom turístico de la década de los años 60 y ahora en pleno auge inmobiliario. Recientemente se publicó la triste noticia del derrumbe de una casa. Era Villa Teresa, en la calle Polvorín, una de las más pintorescas del barrio, y única que conserva el adoquinado original. Se da la circunstancia de que antaño, allá por los años 40 y 50, acogió al célebre pintor Alexis Macedonski.

La calle Polvorín, con su tradicional adoquinado. Foto: G.A.

Su estampa, con galería de inspiración colonial, balaustrada y tejado tradicional, se ha mantenido inalterada desde entonces. Sin embargo, y dadas las circunstancias, es posible que pronto pase a formar parte de las imágenes para el recuerdo. Será una pérdida más en la aciaga lista de edificaciones representativas de una época que, por falta de protección han dejado de ser el patrimonio de un barrio y el recuerdo de toda una época.

Hace años se publicó ‘Un paseo por El Terreno’, una pequeña guía realizada por Maria Dolors y Antonino Besné Tejada, dedicada a la vinculación de El Terreno con el mundo del arte y la intelectualidad. Fue aquella una loable aproximación a una realidad desconocida por muchos e ignorada con frecuencia por las instituciones responsables de su preservación. Se citaba precisamente al pintor Alexis Macedonski, y también a Robert Graves, Rubén Dario, George Bernanos, Gertude Stein, William E. Cook, Anthony Kerrygan, Gaspar Terrassa, Pere Capellà y a Gabriel Alomar. Y las anecdóticas relaciones que a veces se dieron entre ellos.

Pero la lista es más larga. Porque El Terreno fue desde los años 20 del pasado siglo un pequeño paraíso para los artistas y las personas sensibles, ante el encanto de un entorno único en su carácter original entonces aún intacto. Construido desde mediados del siglo XIX como barrio residencial, alcanzó su integridad urbana ya a principios del XX y vivió su época dorada antes de la irrupción del turismo de masas.

La casa ahora en peligro y con su demolición anunciada supone, pues, un interesante vestigio de un tiempo irrepetible que constituye la memoria de una ciudad cada vez más indiferente ante la pérdida de sus señas de identidad, sean del orden arquitectónico o paisajístico, y en la que la demolición de casas singulares se da día sí y otro también, junto a la tala de pinos emblemáticos que fueron fuente de inspiración de aquellos artistas.

Otros pintores que vivieron en El Terreno fueron Joaquim Mir, Eliseo Meifren y la propia hija de Macedonski, Florita. Cuando el pintor Alexis Macedonski, -nacido en Bucarest, Rumanía, en 1884-, se instaló en la Villa Teresa de El Terreno ya contaba con una larga trayectoria en el mundo de la creación artística. Afincado en 1934 al principio en Pollença, donde nace su hija Florita, posteriormente el pintor se establece junto a su mujer en esta casa de El Terreno. En 1948 presenta en Palma una amplia exposición antológica y en 1958 pinta una imagen de La Virgen de la Asunción para el santuario de Sant Salvador de Felanitx, hasta que se traslada a Barcelona en 1959.