Ramón Sanchez, actual propietario del Bar Venecia, ante el emblemático local. | Miquel Àngel Cañellas

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«Somos un bar de pueblo en la ciudad». Con esta filosofía resume Ramón Sánchez Ruiz la forma de ser y servir al cliente de un establecimiento catalogado como 'emblemático' y que este 2024 cumple 90 años levantando cada mañana la barrera para servir a una clientela tan fiel como variada. Porque la historia del Bar Venecia de Palma es una parte importante de la del ensanche de la ciudad, desde que allá por 1934 una pareja de Sant Elm pusiera en marcha este negocio que ya pone rumbo al centenario. «Llegaremos y haremos una fiesta como merecerá esta efeméride», asegura Ramón.

En sus inicios, el hoy Bar Venecia, que conserva buena parte de los elementos originales de su fachada, fue conocido como 'Arriba España', ya que frente al mismo se ubicaba la sede de la Falange. Pero, tras la Guerra Civil, cambió su nombre para adoptar el actual, el que le ha acompañado durante más de ocho décadas siendo testigo del devenir y el cambio de Palma y la ahora calle Arxiduc Lluís Salvador, en cuyo número 42 de ubica este bar que ofrece una interminable oferta gastronómica.

Imagen del hoy Bar Venecia en sus inicios en 1934. Foto: Cedida por Ramón Sánchez

Tras el matrimonio fundador del establecimiento, una pareja de Llucmajor tomó las riendas, para después pasar a manos de Joan y Margalida, bajo cuya etapa al frente del Bar Venecia apareció en escena una figura clave: Juan Ruiz Vargas, que se quedó con el negocio en 1983, dando la alternativa a su sobrino tres años después, en 1986. Desde entonces, Ramón acumula 37 años como propietario de un negocio «que es mi vida, aquí he reído, he llorado, me he subido a la barra, he pasado muchísimas horas y he visto desfilar a miles de clientes Toda mi vida está dentro de estas cuatro paredes», asegura Ramón.

«Empecé con 14 años, echando una mano a mi tío y después ya me puso a tiempo fijo... Me decía que duraría 3 años y llevo casi 38 ya, imagínese», refiere Ramón Sánchez, a quien le quedan unos cuantos años todavía para jubilarse -tiene 52-, pero contempla con cierta inquietud el futuro del bar tras su marcha. «Mi hijo ha estudiado -enfermería- y tiene otras inquietudes. Él ha visto lo duro que es mantener y sacar adelante este negocio y le respeto, pero a mí me queda cuerda, oiga», afirma con gesto firme el propietario del Bar Venecia.

Una concentración ciclista, ante el Bar Venecia a inicios de los 60. Foto: Cedida por Ramón Sánchez

En sus inicios, el Venecia fue un club ciclista, y también acogió el primer billar a tres bandas con calefacción de Palma, entre otras muchas curiosidades. Era, además, parada obligada para muchos mallorquines de la Part Forana que iban a Palma y durante estos noventa años ha dejado huella en varias generaciones de isleños, «porque hay gente de pueblos que, cuando viene a la ciudad, viene a comer o a tomar café», uno de los grandes 'secretos' del establecimiento. «Nuestro café tiene una gran fama, llegábamos a mezclar hasta cuatro tipos diferentes de café y eso le da un gusto especial, diferente», confiesa Sánchez, quien destaca también como plato estrella la paella de los domingos. «Llenamos, es un éxito cada semana», apostilla.

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Ramón Sánchez, junto a parte del equipo del Bar Venecia. Foto: Miquel Àngel Cañellas

Define el Bar Venecia como «un local acogedor, familiar... de pueblo. Aquí te reciben con una sonrisa, ofrecemos un menú diario, casero, sincero», dice, a la vez que tiene claro que al cliente «no se le puede engañar, eso es algo que tenemos muy claro aquí y nuestra sinceridad es una seña del negocio», prosigue. La muestra «es que hijos o nietos de clientes de siempre siguen viniendo, incluso sin vivir en el barrio. Queremos que la gente se sienta a gusto con nosotros», señala.

Y apunta a su equipo, en la barra, en la sala y en la cocina como «parte fundamental. Su implicación, experiencia, ganas, cariño... Sin ellos, no sería posible sacar adelante esto, y la gente, el cliente en sí, lo agradece, porque los siente como de la familia. Los hay que llevan 30 años o el mismo tiempo que yo casi», asegura Ramón Sánchez, orgulloso de su gente, de su público habitual y el esporádico y de un negocio que, noventa años después, sigue alzando la barrera cada amanecer para atender a una clientela que es su mejor aval.