Bernat Nadal, decano del COAIB | Jaume Morey

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El decano del Col·legi Oficial d’Arquitectes de Balears (COAIB), Bernat Nadal, analiza los cambios que está sufriendo la ciudad.

¿Existe una Palma fea?
—Tenemos una autocrítica muy elevada. Ningún arquitecto hace nada con la intención de que no sea lo esperado. Siempre pensamos en el mejor resultado posible. Luego chocas con la realidad: los precios, los sistemas constructivos... Dice el arquitecto Carlos Puente que «lo malo de la arquitectura mala que está bien construida es que dura mucho».

¿Su gremio tiene la última palabra?
—Es una responsabilidad muy grande que se puede diluir por la presión de promotores y constructores. La administración no te deja hacer según qué. Desde 2007 vivimos una escalada de precios: el código técnico, la crisis de 2008, la pandemia, la guerra de Ucrania y ahora, Israel y Palestina. No sabemos si subirán los combustibles. Esta incertidumbre desde 2007 hace que todo el mundo vaya con pies de plomo y asegure el tiro.

¿Lo nuevo siempre es mejor?
—La arquitectura, como la medicina, está en evolución: materiales, producción, sistemas de construcción y gestión de las obras. Hay que abrazar el cambio, es positivo, pero seguramente la clave del éxito sea saber qué conservar. El medio ambiente nos pide un cambio pero hay mucho ensayo y error.

En la ciudad hay edificios antiguos junto con otros rupturistas, ¿es bueno este contraste?
—Intentamos concienciar sobre el paisaje urbano pero hay negocios que para su mejor posicionamiento ponen todo el cartel, una contaminación lumínica y visual. El urbanismo tendría que ser como la educación o la sanidad, requiere de un pacto de estado. No puede cambiar cada cuatro años. Una ciudad necesita entre veinte y treinta años para operar un cambio real.