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A principios de este año falleció Virtudes Gallego, vecina del Casc Antic y parroquiana de Can Vinagre. A sus 102 años, su desaparición dejó un hueco en los vecinos y nostálgicos de un centro histórico que se va desvaneciendo. Y precisamente para que su recuerdo permanezca, la Confraria de Sant Sebastià celebró ayer una fiesta de presentación del caparrot de Virtudes, que acompañará al de Mateu y al resto de la colla por Sant Tianet.

«Mateu [Martorell] de Can Vinagre es nuestro padre. Muy poca gente hace lo que él con todo el barrio», dice alguien de la Confraria de Sant Sebastià. Esta entidad decidió en 2012 reunirse en Can Vinagre como lugar social y al año siguiente debutó en las fiestas de Sant Sebastià como «la primera cofradía laica relacionada con las fiestas de Palma, que buscaban su esencia y recuperar la revetla, pero laica y desde el respeto».

Hace diez años de este debut y hoy soy más de 40 cofradías las que el día de la revetla hacen gala de su espíritu festivo, ciudadano y participativo que termina la jarana en la plaza Quadrado.
El caparrot de L’amo Mateu debutó en 2017 y ahora, en las fiestas de 2024, lo hará Virtudes. «Queríamos rendir un homenaje a Virtudes, reivindicar la gente de toda la vida, que siempre han estado aquí en Ciutat», dice una fuente de la Confraria de Sant Sebastià, que advierte que «cogemos ritos antiguos y los transformamos.

La idea del caparrot es una tradición de la cultura mediterránea». No en vano el lema de esta entidad es ‘Creamos y fijamos la tradición’. El objetivo, señalan, es que «el caparrot de Virtudes siga en las fiestas dentro de cien años y nadie la olvide». Habrá que ver si en el año 2123 seguirán la celebraciones de Sant Sebastià y estará allí Virtudes y Mateu, observando la ciudad desde Can Vinagre.
«Igual el bar lo llevará un sueco de tercera generación», dicen entre risas desde la Confraria, que ya empieza a calentar motores para la próxima Revetla.