Turistas refugiándose bajo la sombra de uno de los árboles frente a La Seu este martes por la mañana. | Marina J. Ramos

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Calles desérticas e improvisados refugios bajo la sombra de fachadas y árboles. Palma se asfixia. El episodio de altas temperaturas llega este martes a su punto álgido, con hasta 38ºC de máxima en Ciutat y una sensación térmica que sobrepasará de largo los 40ºC. La torridez del ambiente ha afectado de lleno al devenir cotidiano palmesano, vaciando calles y cambiando planes: «Con este calor es imposible hacer vida normal», resume la vecina de Palma Olimpia Fernández.

Más de uno este martes ha agradecido más que nunca ir a trabajar. El aire acondicionado de las oficinas se ha convertido en todo un aliciente a valorar. Más difícil lo han tenido quienes pasan gran parte de su jornada laboral en el exterior, en especial, aquellos sectores dedicados al turismo. Restauradores, comerciantes o animadores han notado en estos últimos días una importante bajada de la facturación. Los músicos callejeros Stella y Alex se han tomado el martes con mucha paciencia: «Cuando hace tanto calor, la gente pasa menos por la calle y están más apagados», cuenta Alex.

Mientras, aprovechan para descansar a la sombra, hidratarse y, de vez en cuando, él saca el bañador y sin ápice de reparo, se zambulle en el estanque de los cisnes de s'Hort del Rei. Estar todo el día soportando temperaturas que rozan los 40ºC los pone al límite. A Stella el domingo por la tarde, mientras tocaban frente a La Seu, le dio un golpe de calor: «Me encontré de repente muy cansada y me dieron calambres».

Alex, con el bañador secándose al sol en el estanque de s'Hort des Rei. Foto: M.J.R.

Robert Bailey es quizá uno de los que en peores condiciones afronte el calor. Británico residente en la Isla, es quien se esconde bajo un disfraz de la película Transformers y entretiene a turistas y pequeños en la Plaça Major. «Los materiales del disfraz producen mucho calor y me paso aquí casi todo el día y parte de la noche. Tengo que beber mucha agua e ir haciendo descansos». «Los que trabajamos todo el día en la calle sabemos a lo que nos enfrentamos y estamos equipados», comenta Pablo González, que trabaja como comerciante frente a Robert, en el mercado estival de la Plaça Major. Lo dice señalando el toldo, el ventilador de debajo de la mesa y la botella de agua; sin embarho, en días de mucho calor, alguno de sus compañeros de otros stands ha llegado a sufrir un amago de golpe de calor. Vende artículos de bisutería, sobre todo a turistas, aunque, apunta, «cuando hace este tiempo extremo se nota en la caja. La gente se va a la playa y hoy, por ejemplo, han venido solo el 20 % de las personas que se suelen acercar en un día normal».

Pablo González, en el puestecillo de Plaça Major este martes. Foto: M.J.R.
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«Se hace insoportable hacer turismo en estas condiciones»

El casco antiguo está este martes inusualmente vacío. En pleno julio, sorprende no encontrar las principales arterias aglomeradas de turistas, ni siquiera en puntos neurálgicos, como La Seu o Cort. El sofoco térmico ha propiciado un exilio hacia el litoral y, quienes no se lo han podido permitir, han adaptado los planes a las condiciones meteorológicas. Ha sido el caso de la francesa Pauline Morel, guía turística en Ciutat desde hace 20 años: «Estos días que ha hecho tanta calor he tenido que reubicar las rutas porque los turistas tienen menos energía. Hemos hecho más paradas para beber agua o refrescarnos. También hemos tenido que acortar el itinerario, priorizando lugares de interior para estar frescos».

Los principales puntos de interés turístico han pasado así a ser heladerías, cafeterías y lugares de sombra. Brooke y Riz, una pareja de británicos, también han cambiado su ruta por Ciutat, en busca de cierto alivio térmico, paseando bajo los árboles del Born. «Hace mucho calor, sobre todo por las noches. Parece que tiene que dar un respiro, pero el termómetro no baja. Ni por las mañanas. Hace calor todo el tiempo», aqueja la joven. Aunque están disfrutando de su estancia en la Isla, apuntan que las altas temperaturas la han hecho menos agradable.

Sus compatriotas Keith, Aneitha, Jenny y Alex han intentado apaciguar el sofoco con un helado de fresa durante su recorrido por Palma. Han desembarcado del crucero a primera hora y tras una breve vuelta por los alrededores de la Catedral, el calor les ha empezado a pasar factura. «Si sigue haciendo tanto bochorno, volveremos al barco», decía Keith, lamentando no aprovechar más su visita. «Estamos intentando refrescarnos, pero se hace insoportable hacer turismo en estas condiciones».

Alex, Jenny, Aneitha y Keith, tomando un helado para aliviar el calor. Foto: M.J.R.

Los propios residentes, pese a estar ya acostumbrados a veranos sofocantes, también sufren estos días el alza de los termómetros. Olimpia Fernández paseaba este martes como casi todos, buscando la sombra y con una botella de agua en mano. Estaba al cargo de un pequeño, de 23 meses, «especialmente 'remugón' estos días, con el calor». Ha salido a pasear para evitar quedarse en casa todo el día, pero con gorro, agua y aprovechando espacios de sombra, como el de La Rambla o Jaume III. Como muchos, teme que esto solo sea el punto de partida de un verano especialmente caluroso: «Esperemos que pase cuanto antes y no nos acompañe este calor durante tanto tiempo como el año pasado».