Los residentes, molestos por la supresión de párkings, se quejan de que el rodaje de la serie complica el día a día en la zona de Santa Magdalena y Sant Jaume. | R.L.

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Son las nueve menos cuarto de la mañana de este miércoles y una batería de camiones acampan desde hace días en la plaza de Santa Magdalena. Nicole Kidman y Morgan Freeman amenazan con acudir a la zona mientras un grupo de padres y madres caminan apresurados por una atestada calle Sant Jaume con niños de la mano, que van cantando hacia el colegio La Providencia. Entonces, operarios con chalecos de rodaje y walkie talkies piden silencio. Se ruedan escenas de la serie Lioness y los gritos de los niños se cuelan en la grabación. ¿Hay alegría en Palma por acoger otra serie internacional? Sí, pero también hay hartazgo de un reducto de vecinos.

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El rodaje de Lioness ha supuesto la gota que colma el vaso de los residentes de esta céntrica plaza. «Han eliminado más de 40 plazas de aparcamiento en la zona», se queja Mercè Truyols, desde cuyo cuarto piso goza de unas vistas panorámicas del convento de Santa Magdalena y todo el despliegue de vehículos del rodaje. Tampoco pueden aparcar en La Sang ni alrededores. «Vine a vivir aquí hace doce años y parecía una zona tranquila, pero en realidad esto es un carga y descarga continuo para los hoteles y restaurantes de la zona», insiste esta vecina. El rodaje, pues, no es un hecho puntual. «Por aquí pasan las procesiones de Semana Santa, bodas cada fin de semana y camiones y furgonetas todos los días», dice.

Desde la casa de Mercè Truyols hay una panorámica del convento de Santa Magdalena y el operativo del rodaje.

A diferencia de los padres de los alumnos del colegio La Providencia, en una de las bocacalles de la calle Sant Jaume, los vecinos afectados «no podemos aparcar en doble fila en La Rambla. Por eso hemos pedido al Ajuntament que nos pague el aparcamiento mientras dure el rodaje». Pilar Gómez reside en el mismo edificio y también muestra su indignación. «Somos el carga y descarga del barrio». También sufre «un piso turístico ilegal en nuestro edificio» con el trasiego de maletas en el portal. Mientras tanto, los alumnos de La Providencia, ajenos al malestar, curiosean entre el bullicio del rodaje.