La tienda llevaba 66 años en la calle Constitució. | Jaume Morey

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Otro pedacito de la historia comercial de Palma cerrará sus puertas el 15 de enero del año que viene. El próximo jueves 1 de diciembre Percay colgará el cartel de ‘Liquidación por cierre’ tras 66 años de vida comercial. Son los últimos inquilinos de un edificio que ahora es propiedad de unos inversores austriacos y se rumorea que podrían abrir un hotel. En 1956, Elvis Presley se convirtió en el rey del rock & roll y Grace Kelly se casó con el príncipe Rainiero. Ese mismo año, un jovencísimo Pep Pinya, con solo 21 años, volvía a Palma tras dos años de estancia en Londres y París. Empapado de la moda internacional, decidió abrir la tienda Percay en la calle Constitució.

«Quería ser médico pero tras dos años fuera, conocí a gente de la moda y mi ilusión era trabajar en ese mundo», cuenta Pep Pinya, que inauguró la tienda en 1956. «Mis padres tenían un souvenir en este local y el arquitecto Carlos Sobrón hizo una gran reforma que fue un exitazo», recuerda. Para Pinya, Percay es el inicio de su carrera como galerista. «Tras unos años me aburrí y monté la galería Pelaires, pero no como negocio sino como pasatiempo». En 1989, su mujer Isabel Izquierdo tomó el relevo y empezó a dirigir la tienda.

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Isabel Izquierdo, propietaria de la tienda.

«Vendemos chales, pañuelos, bisutería, cinturones, bolsos, algo de calzado... Ha sido un trabajo sacrificado y hubo años en los que Percay ayudaba a la galería y otros, en los que la galería ayudaba a Percay. Nos despedimos con el mejor año de la historia de la tienda», cuenta Izquierdo, que siempre ha apostado por «productos fabricados en España, pero las fábricas han ido cerrando». Los nuevos propietarios del local no les han ofrecido la posibilidad de seguir con la tienda. «A mis 77 años no podía ponerme a buscar otro local y seguir con el negocio», explica Izquierdo, que se jubilará en enero.

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Percay se ha caracterizado por la apuesta por los productos de piel de fabricación española e italiana. Arriba, Isabel Izquierdo, propietaria de la tienda.

«Es una cuestión emocional. Gracias a este negocio nació la galería Pelaires. Toda mi vida ha estado ahí dentro y le estoy muy agradecido a Percay», cuenta Pep Pinya. Advierte que «es muy triste que desaparezcan las señas de identidad de una ciudad. Pero el alquiler es tan alto que no se pueden mantener los comercios». La Palma de toda la vida se sigue desdibujando con el cierre de otra de sus enseñas comerciales.