La exposición se inauguró la semana pasada en el Centre Flassaders.

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La nostalgia por los rótulos vintage se ha apoderado de Centre Flassaders. Forman parte del paisaje urbano y aunque suelen pasar desapercibidos, su ausencia se nota en seguida. Hay quien se dedica a catalogarlos y conservar el testimonio gráfico de los carteles que prueban la existencia de un comercio o un restaurante ya desaparecido. El diseñador gráfico Toni Sorell imparte hoy a las 19.00 horas la charla Rèquiem per un rètol, donde analizará los carteles que forman parte de la imagen de Palma. A través de su proyecto Rotuïlla, empezó a clasificar el patrimonio gráfico de Palma. «En cada ciudad de España hay frikis que forman parte de la RedIbérica de Protección del Patrimonio Gráfico», dice Sorell, convertido en arqueólogo gráfico. Ahora en Flassaders se exponen las imágenes de rótulos como Mercat des Tenis, Edificio Minaco, El Patio o Confecciones La Fábrica.

«En Jaén se ha conseguido colaborar con el ayuntamiento, que cedió un espacio para guardar los rótulos. Forman parte del patrimonio de la ciudad», dice Sorell, que lamenta que aquí «hay una carencia de conocimiento de estas piezas y de colaboración institucional». Sorell advierte que el furor por la novedad ha arrasado un buen número de rótulos que recordaban la presencia de tiendas igual ya cerradas. Sin embargo, en Wallapop se comercializan estas codiciadas piezas de coleccionista.

El diseñador Toni Sorell es el impulsor del proyecto Rotuïlla.

«En la Mercería Colón, en la calle del mismo nombre, se ha mantenido el cartel y ahora hay una óptica. El edificio es modernista y está protegido. Y detrás del cartel de la Bodega Bellver se esconde el original y sus dueños dicen que necesita restaurarse», explica Sorell. Algunos de los nuevos negocios que abren en Palma muestran su respeto por sus antecesores y «rescatan materiales originales. Pero en general en Mallorca jugamos a la destrucción del pasado para reconstruirlo artificialmente». Frente al actual minimalismo, la imposición del cristal y el metal, Sorell reivindica los muebles antiguos y la esencia original del comercio tradicional que aún pervive en la ciudad.

Recopilatorio nostálgico. La exposición propone un recorrido por cinco barrios de Palma y recopila los ejemplos más característicos del patrimonio gráfico de los comercios de la ciudad. Sorell comercializa estas imágenes para llevar este recuerdo comercial al interior del hogar. Fotos: TONI SORELL

Neón

La guitarra eléctrica de Musicasa, en la calle Ramón y Cajal, luce neones que solo son visibles en invierno y si se camina, mientras que el paraguas de Comercio Paraguas en Jaime II se remonta a los años 30 y sobrevive entre el bosque de rótulos de nuevo cuño. El cartel del Bar Kiosko Alaska, que se remonta a la década de los 70, se mantiene en la calleUnió y el del Bar Bosch, que se colocó hace unos quince años, se inspira en una tipografía antigua. «El cartel de GaleríasJaimeIII está huérfano, no es de nadie», dijo Sorell, al tiempo que alaba la supervivencia del clásico Peluquería Picornell, que después se convirtió en la desaparecida librería Los Oficios Terrestres. Bar Flexas, Radio España o el soberbio rótulo de cerámica Fábrica de Joyería y Plata (calle Samaritana) aún perviven en la ciudad. En estos tiempos en que vuelve el vinilo, las cámaras analógicas con carrete e incluso los casetes, los nostálgicos de tiempos pasados reivindican la ciudad perdida y luchan por mantener los últimos vestigios comerciales.