El pasado marinero y molinero de es Jonquet revive en un trazado urbano repleto de recovecos y calles estrechas en las que conviven recuerdos de la guerra, los estragos de la heroína y el ocio nocturno que ahora se intenta dejar atrás. | AYUGA/J.RODRÍGUEZ

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La ruta se inicia en el Teatre Mar i Terra, «uno de los símbolos de la recuperación de es Jonquet». Así lo confirma el guía Albert Herranz, escritor, dramaturgo y traductor, que cuenta con una nutrida obra ensayística sobre Palma. El área de Model de Ciutat organiza visitas guiadas al Jonquet para dar a conocer los beneficios del Pla Especial de Protecció de este barrio, impulsado por la iniciativa vecinal y que intenta conservar el patrimonio y su carácter ante la presión especuladora. Entre los beneficios está la regulación de los usos de la restauración con la convivencia vecinal reduciendo la densidad de establecimientos.

En el Mar i Terra, frontera con Santa Catalina, bulle el rumor de que «acogió la primera proyección de cine de Mallorca a principios del siglo XX», dice Herranz. Es Jonquet es un enclave laberíntico que «ha sobrevivido a tres planes generales que amenazaban con derribarlo para trazar calles rectas y anchas». En su lugar permanecen pequeñas casas que acogieron a marineros y pescadores, que luego fue refugio de la droga en los 80, meca del ocio nocturno y ahora intenta resistir, con escaso éxito, al empuje inmobiliario. Hasta los años 90 no se impuso el agua corriente y es Jonquet presume de sus molinos. El primero de ellos se alzó en 1424 y la actual calle Sant Magí era la carretera de Porto Pi, por donde entraban y salían todas las mercaderías del puerto de Palma. Hasta el siglo XIX, las únicas construcciones que había en esta zona eran molinos y un granero, además de dos cementerios, uno judío y otro, el de los ahogados. El barrio de hoy eran antes solares a las afueras de la Palma antigua. Una vez que empezó a construirse, la inmensa mayoría de sus calles no tenían nombre, sino números, que fueron luego sustituidos por términos marineros.

Bombas y especulación

Herranz recuerda durante el paseo por el barrio la caída de una bomba de la Guerra Civil sobre un depósito de aguas fecales. «Gente de toda Palma venía a verlo y decían «vamos a ‘La Perfumería’». En otra de las casas que están en primera línea de mar cayó un avión tripulado por franceses. Quedan testimonios gráficos de aquel accidente en el que el copiloto sobrevivió y al cabo de unos años volvió a es Jonquet para agradecer a los vecinos su ayuda. Los molinos, algunos de ellos en mal estado, sufrieron el expolio de sus grandes piedras, ya que los marineros usaban sus bloques como lastre. El molino d’en Garleta, d’en Toni Trossos, o d’en Gomila siguen siendo una estampa icónica de Palma. También destacan grandes casas como Ca la Reina, la más alta del Jonquet gracias al permiso específico de la reina Isabel II, o Can Figuerola, que fue un hostal, luego prostíbulo y ahora una casa señorial.

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Dos solares vacíos están a la espera de ser edificados, después del freno vecinal a dos grande promociones de lujo. El contraste inmobiliario es patente en es Jonquet: de fincas abandonadas y VPOs, a pequeñas casas de extranjeros. La plaza del Vapor fue meca de marineros ibicencos y andritxoles. «Hay vecinos que recuerdan cómo en los 50 bajaban al mar por un terraplén para coger cangrejos para el arroz de sus madres», explica Herranz. El Passeig Marítim rompió con esa comunicación directa con el mar. Las visitas para conocer los secretos de es Jonquet seguirán hasta el 24 de mayo y las inscripciones se pueden hacer en el email regmodeldeciutat@palma.cat.