Imagen del interior del cementerio de Palma.

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El cementerio de Palma, este lunes lugar de peregrinación de los palmesanos con motivo de Tots Sants, es un reflejo de lo que acontece en la ciudad de los vivos. Las capas de historia que aparecen en la arquitectura también se revelan en este espacio donde se honra a los muertos. «El cementerio refleja el urbanismo de Palma». Así lo explica el escritor y periodista Carlos Garrido, que regresa con una nueva edición de Un paseo por el cementerio de Palma (La Estrella Fenicia Ediciones), donde profundiza el libro que publicó hace más de una década gracias al impulso del Ajuntament de Palma.

Garrido ha hecho una selección de 111 sitios del camposanto palmesano en su parte más antigua que son dignos de ser visitados. «Es una guía artística para desterrar que el cementerio es un lugar de miedo o tabú», dijo el autor. «Hay que saber orientarse» y para ello ha incluido una guía para que el lector sepa a dónde dirigir sus pasos.

Su primera parada es el primer cementerio de Palma, conocido como Sector II, y cuyo origen se remonta al siglo XIX, en la zona donde se encuentra actualmente el Instituto de Medicina Legal. «Es la zona antigua, caótica, donde es difícil caminar porque hay que hacerlo sobre las tumbas. Pero hay esculturas muy interesantes y el jardín le da una visión romántica».

La otra visita recomendada en su libro es la que se empezó a construir a principios del siglo XX, «donde hay calles, plazas y está urbanizado. Es igual que el Ensanche de Palma». Un paralelismo con esa ciudad de los vivos que transitamos cada día.

Después surgió el sector III, una ampliación de los años 50, «con un criterio similar al de Jaime III y que está dominado por un lujo cementerial comedido, con la tumba monumental de Juan March». Las ampliaciones posteriores son más uniformes, «como las barriadas que se crearon entonces» y aparecen grandes edificios de nichos de los 70.
Carlos Garrido destacó «la calidad de los canteros que había en Mallorca con obras fantásticas: guirnaldas, estelas, lápidas que son obras de arte y que no están protegidas. Pese a todo, no se ha declarado ningún BIC en el cementerio de Palma».

El apunte

Las tumbas y nichos, espejo de las clases sociales y la cultura de cada tiempo

Garrido advirtió que las clases sociales se reflejan en el cementerio: «Muchas grandes tumbas del siglo XIX son de familias xuetas, que aunque eran marginadas, trabajaban en el comercio y la navegación». En las lápidas también es posible vislumbrar la evolución de la población: si en la parte antigua solo aparecen apellidos mallorquines, a partir de los años 60 empiezan a aparecer fallecidos que vinieron de la Península. Y después, «los extranjeros, como musulmanes y chinos. Se puede seguir la historia de Palma a través de sus lápidas», reveló Carlos Garrido.