Imagen de una terraza en un aparcamiento de Palma. | M. À. Cañellas

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Desde hace un mes, el Ajuntament recibe cada día cincuenta solicitudes para montar una terraza en un aparcamiento. El director general de Govern Interior, Marcos Cañabate, afirma que «es muy difícil procesar las peticiones. Todavía nos quedan pendientes 350 que los funcionarios ni han podido mirar. El aluvión empezó a mediados de mayo». En Palma hay 1.253 terrazas en aparcamientos que, según Cort, ocuparían 1.800 plazas de aparcamiento.

Según Cañabate, «entre la pandemia y la espera a la confirmación de la exención de tasas, los profesionales esperaron hasta el 30 de abril para presentar las solicitudes. Y algo que normalmente es escalonado ha entrado de golpe».

El inicio de temporada y el horizonte más despejado a nivel sanitario ha animado a los hosteleros a abrir sus establecimientos y solicitar la terraza que permite un mayor aforo, dado que los interiores aún están restringidos en parte. «También hay solicitudes de cambios de titularidad del negocio y, por extensión, del titular de la licencia de ocupación», explica Cañabate.

Esta medida excepcional por la COVID que expande las terrazas a los aparcamientos no llega a todos los establecimientos. Sabrina Grigoracci, tesorera de la Asociación de Empresarios de Bares y Restaurantes de la Lonja de Palma, señala que «tenemos cerrado el local por las restricciones en el interior, aún no nos sale a cuenta abrir. Hemos pedido poner mesas en la calle, pero seguimos esperando al Ajuntament».

La empresaria se lamenta de la fama que tiene el barrio de La Llonja pero «el gentío se acumula solo en determinados puntos del barrio como la plaza Drassanes. Las demás calles están muertas y si pudiésemos abrir y poner cuatro mesas en la calle, el trasiego de gente se repartiría por todo el barrio». Solo en las calles Boteria, Vallseca, Sant Joan y Apuntadors «hay veinte locales cerrados y solo dos abiertos».

Reconoce que el año pasado no tenían permiso para sacar mesas a la calle «pero lo hicimos y nos llegaron multas de entre 1.500 y 3.000 euros. Pero la convivencia con el vecindario es buena». Mientras tanto, denuncian el descontrol de Drassanes: «No estamos de acuerdo con lo que se hace allí. Hay locales que no tienen licencia de apertura y están abiertos».

Denuncia

Por su parte, la plataforma Terrazas a Raya se encarga de denunciar en las redes los excesos de las terrazas. Advierten del «exceso de ocupación de espacios públicos en barrios residenciales. Se han convertido en ocupaciones descontroladas, excesivas, sin límites y que generan muchos conflictos vecinales».

Temen que al desaparecer el toque de queda «se agravará el problema de los ruidos. Esta actividad descontrolada transforma barrios enteros de una manera brusca y dramática». Y ponen de ejemplo lo que ha ocurrido en Sant Matgí, «los residentes se han tenido que ir o lo tendrán que hacer en breve».