El escritor Sebastià Alzamora durante el pregón. | P. Pellicer

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El escritor Sebastià Alzamora fue el encargado este martes de pronunciar el pregón de la Festa de l'Estendard 2020, el único acto del protocolo de la fiesta que se ha mantenido este año pues todos los demás han sido anulados con motivo de la pandemia sanitaria. La lectura, que pudo seguirse por el canal Youtube de Cort, tuvo lugar en una sala de pleno vacía, con la sola presencia del alcalde, José Hila, y el regidor de Cultura, Antoni Noguera, que fue el encargado de presentar al escritor, poeta, gestor cultural y articulista de prensa.

En su texto titulado Fesomies de Palma, el escritor llucmajorer confesó que su «profundo vínculo» con Palma no viene de los escasos dos años en los que ha recibido en Ciutat sino de la infancia. Recordó que como todos los niños de la Part Forana de los años 70 y 80 venía a Palma con frecuencia para ir al médico, de compras... siempre acompañado de sus padres. De aquella época se le quedó grabado el mono trapecista que había en una tienda de la calle Oms, entonces aún no peatonal, las comidas en el celler de Sa Premsa o en el kiosko Alaska. Aseguró en su pregón que guarda también recuerdos del canódromo y ahí se dirigió a las autoridades que le escuchaban para pedir «que se acabe convirtiendo en el bosque urbano que nos habéis dicho que será y que hace buena falta en una ciudad carente de espacios verdes». «Para mí Palma era también las luces de Navidad, los belenes de Cort, Sant Francesc, les Caputxines, de Can March (...) y también el cine". Su primera película en Ciutat fue 'Superman' en el Palacio Avenida, «un cine qué cerró hace mucho tiempo como el Rialto o el Born».

Otro de sus recuerdos de Palma, continúo el escritor, ocurrió años más tarde «cuando tuve el gusto de saludar al alcalde José Hila por primera vez. «Fue en el local de la asociación Las Ovejas de Mica, un centro de rehabilitación y deshabituación del alcoholismo al que yo acudía como usuario para hacer terapia de rehabilitación y al que el alcalde y la tuvo el detalle de acudir en persona, solo, para conocer de primera mano la realidad de un centro como aquel y de las personas que se reúnen». Fue la pasada legislatura en algún momento del segundo semestre de 2016.

Hacer terapia en esta asociación, recordó, «me ayudó a tomar consciencia de otra fisonomía de Palma que querría convocar hoy: la fisonomía de la Palma de los marginados, de los excluidos, de los pobres, de los que no son tan pobres ni tan marginados ni tan excluidos pero se encuentran en situaciones de desvalimiento y aflicción». Se refería a alcohólicos y toxicómanos, mujeres maltratadas, sin techo, pequeños delincuentes inmigrantes llegados de África, Asia, Europa o América, «todos aquellos que no oímos porque ya no tienen voz para hacerse escuchar (...) y también las entidades que de una manera u otra están a su lado y les dan apoyo como Las Ovejas de Mica, Projecte Home, Can Gazá y tantas otras».

Alzamora se refirió en ese momento al «fatídico 2020» para asegurar que «la crisis del coronavirus no ha hecho más que agravar la situación de muchas de estas personas y eso lo saben bien las entidades del tercer sector. Palma es una de las ciudades del Estado español en que las desigualdades sociales son más acentuadas y sería bueno que está realidad no se nos fuera de la cabeza», ni de los políticos ni de los ciudadanos.

El coronavirus, insistió, «nos debería recordar que existen enfermedades que no afectan únicamente a los individuos sino que también son colectivas, afectan a la sociedad entera. La desigualdad y la injusticia forman parte de estas enfermedades y haríamos bien en tener presente que una comunidad no se salva por la opulencia de unos pocos sino por las oportunidades, y también las segundas oportunidades, que seamos capaces de darnos entre todos».

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También reivindico la cultura al afirmar que «en la travesía que nos espera para recuperarnos de los estragos de la pandemia, y me refiero a los estragos económicos, no deberíamos volver a descuidar la cultura». No es una petición de ayudas, aclaró, «sino un recordatorio de que la cultura es fundamental en cualquier sociedad que quiera ser prospera y salir adelante también económicamente».

En su lectura del pregón, Alzamora destacó que los hechos que conmemoran la Festa de l'Estendard «comportaron la llegada a esta isla de la lengua y la cultura catalanas, que definen y configuran nuestra fisonomía».

Para acabar, el pregonero admitió que «no le pidamos al año nuevo justicia, igualdad, democracia, cultura, convivencia: no la pidamos, trabajemos para obtenerlas, para ganarlas. Trabajemos también para que no prosperen los reaccionarios ni los autoritarios, para no olvidar que la paz social es un equilibrio muy frágil que se rompe a causa de la desigualdad y la codicia».

Por último, el alcalde Hila admitió que «hacemos nuestras estas palabras» y que «la construcción de una sociedad justa e igualitaria ha de ser nuestra brújula hasta que sea una realidad». El primer edil entregó a Alzamora una escultura de un 'tamborer de la sala'.