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Vecinos y comerciantes de la Plaça d’en Coll, en el centro de Palma, han decidido unir sus fuerzas a fin de mejorar la imagen de este espacio que a diario comparten tanto con turistas como con personas, algunas sin techo, que han hecho de esta pintoresca plaza su cuartel general para pasar buena parte del día e, incluso, de la noche, con lo que han generado un problema de suciedad y malos olores.

Así, han llegado a un acuerdo para presentar a Cort un escrito en el que solicitan autorización para colocar una serie de mobiliario urbano (macetas/jardineras con flores y plantas) «a fin de dar un toque de color que complemente el diseño de la plaza, provocando con ello un agradable efecto visual, que a la vez serviría para restringir los malos olores». Consideran que con esta actuación «la plaza gozaría de armonía, calidad y equilibrio, favoreciendo en general la imagen de la zona centro de Palma».

Reconocen, según explican en la carta remitida al Consistorio, que «de un tiempo a esta parte, la Plaça d’en Coll ha ido creciendo y con la apertura de nuevos negocios, bares, cafeterías y terrazas ofrece un ambiente más dinámico y popular».

Pero, lamentan, «a pesar de la afluencia de turismo que alberga la zona, la plaza sigue presentando un aspecto algo deteriorado, sucio en ocasiones y con malos olores que provienen especialmente de la boca del aparcamiento subterráneo» que algunas de esas personas utilizan como urinario.

Por eso, han recurrido a profesionales que les han elaborado el proyecto de embellecimiento, si bien, aclaran en la nota que «quedamos abiertos a las indicaciones que se propongan por parte del Consistorio en relación al modelo determinado de macetas/jardineras, entendiendo en principio que las mismas salvo indicación en contra no deben ser fijas».

En caso de concederse la autorización pertinente, los solicitantes ya adelantan que «estarían dispuestos a asumir el coste de la colocación de las jardineras con las plantas o flores correspondientes y también su mantenimiento».

Uno de los comerciantes afirma que «nos sentimos abandonados, la zona tiene problemas de alcohol, trapicheo y malos olores». Añade que «en otros barrios estas cosas no se permiten y no sabemos por qué aquí sí».