Uno de los accesos que abrió la empresa en la fachada del edificio sin permiso.

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Los más de 270 vecinos del edificio Torremayor, en Cala Major, intentan desde hace cuatro años que el Ajuntament de Palma intervenga para cerrar el garaje ilegal que abrió uno de los propietarios, que se alquila a otras personas sin ningún tipo de licencia municipal. La comunidad interpuso la primera denuncia en junio de 2015. Unos meses antes, el dueño de un sótano del inmueble había tirado parte de la fachada común del edificio para abrir dos accesos desde el exterior sin permiso del resto de propietarios. Ese día, los vecinos llamaron a la Policía Local, pero cuando los agentes llegaron los obreros ya habían terminado las dos entradas y se habían marchado.

Desde entonces, las reiteradas denuncias ante el Consistorio palmensano han superado trámites administrativos pero con nulo éxito en la práctica. Las últimas resoluciones son sendos edictos de enero y octubre del año pasado. En ellas se ordenaba a la empresa propietaria del aparcamiento cesar en la actividad y se daba orden a la Policía Local para que precintara los dos accesos y retirara los vehículos que hubiera aparcados. En la resolución de octubre se ordena también que se lleve a cabo un informe técnico sobre el estado de la estructura del subterráneo. Esas actuaciones estaban ya marcadas en un dictamen de Urbanisme del año 2017. Ante la inacción de la empresa se le imponía una sanción coerctiva de 600 euros, el mínimo previsto legalmente. Las órdenes municipales también pedían a la propietaria la limpieza de los desechos que se acumulaban en el aparcamiento al constituir un «foco de insalubridad».

Sin embargo, los vecinos aseguran que los agentes de la Policía Local no han acudido y que todo sigue igual a pesar de que a la empresa se le había dado un plazo de seis meses para llevar a cabo la ejecución de las medidas y se le amenazaba con la ejecución forzosa de las obras a su cargo. El temor de los residentes en el edificio es que la falta de medidas de seguridad del garaje, en el que se encuentran media docena de vehículos, termine por provocar un accidente. El sótano en el que están los automóviles está abierto y tiene zonas en mal estado de conservación: una parte está apuntalada, el techo está plagado de cables e incluso tiene una caja de luces abierta.

El edificio, en su origen un establecimiento hotelero, se dividió hace una treintena de años y se vendió a diferentes propietarios. El dueño del sótano reconvertido en aparcamiento es ahora mismo una sociedad que lo adquirió hace unos años y que acumula demandas por impagos por parte de la comunidad, además de problemas entre los propios socios. Esta mercantil fue la que abrió los dos vanos en medio de la fachada del bloque de apartamentos.