El presidente del Gobierno, en una imagen de archivo presentando el plan estratégico para la recuperación y trasformación económica (PERTE) de Economía Social y de los Cuidados, otra de las medidas del ejecutivo para paliar los efectos de la guerra comercial y la pandemia de coronavirus. | Efe

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El Banco de España cree que un hipotético cierre comercial entre Rusia y la Unión Europea tendría un impacto negativo «significativo» sobre el PIB español, del 1,8 % durante el primer año, aunque sería «notablemente más reducido» que en el resto de los países europeos. En un artículo analítico, publicado este martes, el Banco de España detalla que el impacto de un eventual cierre comercial sumaría además 1,4 puntos porcentuales a la inflación. Si la interrupción fuera únicamente de las importaciones energéticas, el impacto sobre el PIB sería menor, de entre el 0,8 % y el 1,4 % a lo largo del primer año, y también sobre la inflación, sumando entre 0,8 y 1,2 puntos porcentuales.

En el escenario considerado como más probable en caso de suspensión de las importaciones energéticas, el impacto sobre el PIB sería del 1,1 % y el incremento de la inflación, de 0,9 puntos porcentuales. No obstante, añade el artículo, dado que la dependencia con respecto de la energía rusa es menor en España que en el resto de las economías europeas, «los efectos sobre nuestra economía serían notablemente más reducidos». El impacto del cese energético sobre el conjunto de la UE se situaría entre un 2,5 % y un 4,2 % del PIB, afectando en mayor medida que a España en los países del este y en las tres grandes economías: Alemania (entre un 1,9 % y un 3,4 %), Francia (entre un 1,2 % y un 2 %) o Italia (entre un 2,3 % y un 3,9 %).

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Esto es así por la diferente dependencia la energía rusa, ya que en torno al 18 % de los productos de la minería energética (gas y carbón) y el 9 % de los productos derivados del petróleo que se consumen en la UE se importan de Rusia, frente al 3 % y el 2,5 %, respectivamente, en el caso de España. El impacto, detalla el Banco de España, sería mayor si se interrumpe la minería energética y menor, en el caso de los productos refinados del petróleo. Además, este impacto se vería amplificado como consecuencia de «la propagación de la perturbación a través de las cadenas globales de producción», especialmente intensa en determinados sectores de actividad, como el transporte, la industria de metales básicos o la industria química.

El efecto directo del aumento del coste energético para un sector concreto en un país determinado acarrearía un encarecimiento de sus productos, que, a su vez, afectaría a sus clientes en el resto de los sectores y países, incluida España. De esta forma, la fabricación de vehículos o la producción farmacéutica españolas, que tienen un alto nivel de dependencia europeo, «se verían expuestos de manera indirecta a las limitaciones de producción por las restricciones energéticas» en la UE.