Los nuevos ministros, acompañados del Rey Felipe Felipe VI (c), y el presidente del gobierno Pedro Sánchez (4i), posan en la foto de familia tras prometer su cargo esta mañana en el Palacio de la Zarzuela, en Madrid. | Efe

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Pedro Sánchez se ha encontrado con un extraordinario regalo de Reyes: la presidencia del Gobierno, cuando hace poco tiempo era un desahuciado en su propio partido. Y ya se sabe que ante los regalos, que son el más grande de los alimentos de la vanidad humana, las personas suelen reaccionar con euforia. Y mucho más si son líderes políticos. Sánchez ha hecho un Gobierno feminista hasta la cresta, con once mujeres (todas ellas muy capacitadas y estupendas) y encima le ha puesto las guindas de un astronauta, un escritor friki y un septuagenario ultraunionista que es la pura y excelsa la resurrección de Alejandro Lerroux para que pasee su anticatalanismo por toda Europa. Es un Gobierno-regalo que se ha hecho a sí mismo su presidente con un solo objetivo: subir en intención de voto en las encuestas y convocar elecciones generales a principios de otoño para mandar todo el pueblo soberano a votar poco antes de Navidad.

Con sólo 84 diputados y sabiendo que pronto pondrá de los nervios a Ponemos y a los independentistas catalanes, ya que no puede (ni quiere) cumplir todo lo que les ha prometido en la sombra para que le votasen, Pedro Sánchez piensa aprovechar su Gobierno-escaparate para autopromocionarse. Podrá mantener este Ejecutivo fresco, atractivo y sin quemarlo como máximo hasta diciembre. Es el margen que tiene para mandar a la gente a las urnas. Vivimos el momento Pedro el Grande. Es su momento. Ahora o nunca.

Tiene al PP tocado hasta la línea de flotación en busca de un nuevo líder; ha dejado a Naranjito trastocado y fuera de juego, y tiene a Pablo Iglesias embobado y sin capacidad de reacción. En diciembre, Sánchez puede arañarle 600.000 votos a Ciudadanos por la derecha y otros 600.000 a Podemos por la izquierda. Al PP también puede quitarle un buen puñadito de sufragios, ya que su actual Gobierno todavía estará perfumadito, limpio y atractivo. Y además animará a ir a votar a socialistas que se estaban quedando en su casa en las últimas convocatorias.

El PSOE de Sánchez puede crecer ¡en dos millones de votos! justo antes de Navidad. !Menudo regalo! Sánchez puede aspirar a ser primera fuerza, lógicamente por los pelos, pero si o lo logra, esta vez sí que se asentaría como presidente. Y lo más importante: ¡por las urnas! y no como ahora, que ha sido de rebote. ¡Y con Pablo y Naranjito en retroceso! ¡Vaya golosina! Vaya turrón de Gijona! ¡Vaya roscón de Reyes relleno de nata!

Sólo desde esta clave del adelanto 'secreto' de elecciones se puede comprender el Gobierno que ha montado de las once magníficas señoras, el astronauta, el escritor friki-tertuliano-de-Anarrosa adorado por las consumidoras maduras de televisión a la hora de la merienda con zumo de naranja. Y como guinda del pastel, ¡el salvapatrias de la tercera edad convertido en el Lancelot del Ministerio de Asuntos Exteriores! Además, en el montaje no falta ni el potente juez Marlaska para aguantar como un Hércules las columnas de un Estado que algunos ven agrietado. No falta de nada en este decorado cortoplacista.

En toda democracia primero se ganan unas elecciones y luego se forma un Gobieno. Sánchez, empujado por los acontecimientos, ha hecho lo contrario. Primero ha colocado el pastel de diecisiete pisos en el escaparate y después llamará a las urnas para santificarlo, justo antes de que se pudra la nata, pierda color el chocolate y se estropeen las fresas. El pastel Sánchez caduca a partir de enero. Pero será sabrosísimo entre la semana de la Constitución y hasta justo antes de la recogida del musgo para hacer el próximo Belén.

Las promesas de federalismo, de hallar una salida duradera y seria para Catalunya, de reforma laboral y de política real de igualdad salarial entre mujeres y hombres quedan para el año que viene. En los próximos meses tendremos Gobierno-pasarela a la espera de la nueva jornada electoral transformado en plebiscito a favor de Pedro Sánchez.