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Un equipo médico del Hospital del Vall d'Hebron de Barcelona ha logrado separar con éxito por primera vez en Cataluña a dos siamesas que estaban unidas por el abdomen y que compartían el hígado.

«Ya son niñas con vidas individuales y no han tenido, ni se espera que tengan, ninguna complicación en el futuro», ha celebrado hoy en conferencia de prensa el codirector del programa de cirugía fetal del Vall d'Hebron, José Luis Peiró.

Núria y Marta nacieron por cesárea programada el pasado 10 de agosto unidas por el abdomen, una malformación que ya se había detectado por ecografía a las doce semanas de gestación.

A los seis meses de vida y después de que entre las dos adquirieran un peso superior a los 12 kilos para minimizar riesgos, los cirujanos separaron a las siamesas en una compleja operación de siete horas que se llevó a cabo el pasado 27 de febrero y que terminó sin complicaciones.

Núria y Marta, que estaban presentes hoy en la conferencia de prensa con siete meses recién cumplidos, llevan una vida normal por separado y sólo visitan el hospital para revisiones periódicas.

Los casos de siameses son excepcionales -uno por cada 200.000 nacimientos- y el porcentaje de supervivencia es de entre el 5 y el 25 por ciento en el momento del nacimiento y hasta el 53 por ciento una vez hecha la separación.

Debido a la complejidad de este tipo de procedimientos, sólo se conocen otros tres casos de éxito en España de siameses que hayan sobrevivido tras la operación de separación, dos en Madrid y uno en Sevilla.

Consciente del logro médico, la madre de las dos pequeñas, Meritxell Feliu, ha calificado de «milagro» la operación del Vall d'Hebron y ha destacado que las niñas están «perfectamente».

«Los primeros días se echaban de menos pero ahora ya no tanto, Marta busca pero Núria parece que ya no quiere estar tanto a su lado, como queriendo decir «ya he estado mucho tiempo a tu lado, ahora déjame sola», ha explicado la madre.

Núria y Marta nacieron a las 32 semanas de gestación en una cesárea programada que fue compleja, por la dificultad de extraer dos bebés con un único cordón umbilical.

Los primeros seis meses estuvieron cara a cara, mirándose todo el día la una a la otra, ya que estaban unidas frontalmente por la parte baja del esternón y el abdomen, compartiendo el hígado.

Por eso, durante los primeros días después de la operación, las dos niñas, que son idénticas genéticamente, lloraban constantemente si las recostaban de espaldas, han explicado hoy los doctores.

La intervención quirúrgica, en la que participaron una treintena de profesionales, tuvo como principales complicaciones la división del hígado y el cierre de la piel y el tejido muscular en la zona en la que se hizo la separación.

«Una cirugía hepática siempre puede entrañar riesgos, había que cortar vasos comunicadores, pero en este caso todo salió bien», ha explicado el jefe de cirugía pediátrica del Vall d'Hebron, Vicenç Martínez, quien ha detallado que una de las niñas tenía la mayor parte del hígado en su cuerpo y la otra una porción más pequeña.

Los especialistas creen que las dos siamesas podrían haber sobrevivido unidas porque el órgano compartido funcionaba bien, pero cualquier complicación en la salud de una habría afectado la otra, así que, para garantizar una buena calidad de vida, la mejor opción era separarlas.