El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, condecoró ayer a los 35 miembros de la comisión de secretarios de Estado y subsecretarios que ejercieron el gobierno en la tarde y la noche del 23-F, los «héroes de la transición» que encarnaron la continuidad del Estado democrático. | Efe - Kote Rodrigo

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El Rey envió en la noche del 23-F un télex al capitán general Milans del Bosch en el cual le advertía de que «quien se subleve, estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello» y le ratificaba las órdenes que le había dado antes por teléfono para que retirara sus tropas de Valencia.

El contenido preciso de este télex figura en la transcripción taquigráfica de la comparecencia secreta celebrada ante el pleno del Congreso el 17 de marzo de 1981 por parte del entonces ministro de Defensa, Alberto Oliart, para informar de la intentona golpista, y a la cual el Congreso permitió acceder ayer por vez primera.

La relación pormenorizada de sucesos, según el relato oficial hecho a los diputados por el ministro, reseña varios momentos clave que explican el fracaso del golpe, el cual atribuye en buena parte a las intervenciones «decisivas» del Rey, a su «rapidez de reflejos» y a su «firmeza en mantener el orden constitucional».

Consta de cinco puntos el télex que don Juan Carlos envió a Milans, a las dos y media de la madrugada, y en uno afirma: «Juro que ni abdicaré la Corona ni abandonaré España. Quien se subleve estará dispuesto a provocar una guerra civil y será responsable de ello».

«No puedo volverme atrás»

En la misma comunicación, remitida tras su mensaje en la televisión, el Rey ratifica su «rotunda decisión de mantener el orden constitucional dentro de la legalidad vigente» y añade: «Después de este mensaje ya no puedo volverme atrás».

Además, incluye su famosa frase de que «cualquier golpe de Estado no podrá escudarse con el Rey, es contra el Rey», y otra en tono solemne: «Hoy más que nunca estoy dispuesto a cumplir el juramento a la bandera».

Ordena al general sublevado retirar las tropas y anular su manifiesto que imponía el toque de queda en Valencia y le señala que aunque no duda del «amor a España de mis generales», le conmina «por España primero, y por la Corona después», a obedecerle.

También incluye otra orden más concreta: «Te ordeno que digas a Tejero que deponga su actitud».