El Gobierno destacó ayer que el «durísimo golpe» asestado a ETA con la detención el martes en Burdeos (Francia) de cuatro de sus dirigentes -incluido el considerado actual «número uno», Francisco Javier López Peña, 'Thierry'- pone «más cerca» el fin de la banda terrorista. «Estamos más cerca del fin, pero esto no es el fin», destacó el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, que añadió que «nunca ETA ha tenido tan claro como ahora que jamás va a conseguir ninguno de sus objetivos políticos a través de la violencia y la democracia nunca ha tenido tan claro que esto se acabará».
También el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, consideró que la operación, que ha calificado de «durísimo golpe» para la banda, supone «un paso más, sin duda importante, en la victoria de la democracia sobre el terror». Sus declaraciones y su felicitación a la Guardia Civil -a la que se sumaron el presidente del PP, Mariano Rajoy, y el resto de las fuerzas políticas parlamentarias- dejaron dejado clara la importancia que el Ejecutivo y las Fuerzas de Seguridad conceden a las detenciones, y muy en especial a la de López Peña.
De este último, Rubalcaba dijo que «probablemente en el momento actual es una de las personas con más influencia política y militar en la banda terrorista, si no la que más». El titular de Interior aseguró también que está convencido de que los arrestados «están detrás o incluso llegaron a ordenar los últimos asesinatos de la banda terrorista», entre los que se cuentan los de los guardias civiles Juan Manuel Piñuel, Raúl Centeno y Fernando Trapero, el del militante socialista Isaías Carrasco y los de los ecuatorianos Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio.
Los cuatro detenidos en Burdeos -además de Thierry, Ainhoa Ozaeta, Igor Suberbiola y el ex parlamentario de Batasuna Jon Salaberria- «vivían hace algún tiempo» en el piso en el que se produjeron las detenciones, de sólo 34 metros cuadrados.
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