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EFE-VALDEMORO La familia y los compañeros del guardia civil Fernando Trapero, acompañados por los Reyes de España, los Príncipes de Asturias y las máximas autoridades del Estado despidieron ayer en un emotivo funeral al agente fallecido tras el atentado de ETA del pasado sábado en Capbreton (Francia). Las exequias fúnebres, que se han celebrado en la escuela de Guardias Jóvenes «Duque de Ahumada» de Valdemoro (Madrid), han estado presididas por Don Juan Carlos y Doña Sofía y han contado con la presencia del presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, la vicepresidenta primera y los ministros de Interior, Defensa y Administraciones Públicas.

A la llegada al acto fúnebre, los Reyes y los Príncipes de Asturias han saludado a los padres, la novia y los hermanos de Fernando Trapero Blázquez, que estaban acompañados por los familiares de su compañero Raúl Centeno, el otro guardia civil asesinado en el atentado del pasado sábado.

Durante el funeral, el Rey colocó sobre el féretro del agente fallecido la Cruz de Oro al Mérito de la Guardia Civil y la Medalla de oro al Mérito Policial, distinciones a título póstumo que también fueron otorgadas a su compañero Raúl Centeno que perdió la vida en el mismo atentado. El féretro del agente, cubierto por la bandera de España, llegó a hombros de sus compañeros de unidad mientras la banda de la Guardia Civil tocaba la Marcha fúnebre de Chopin.

En su homilía, el vicario general castrense, Angel Cordero, ensalzó el «compromiso y el compañerismo» del agente fallecido y trasladó el «apoyo», la «solidaridad» y el «consuelo» para la familia y los compañeros del guardia civil. Pidió además a los terroristas que «salgan de su ceguera» y abandonen el camino de la violencia y expresó su anhelo de que la paz pueda finalmente «unir a todos».

El momento más emotivo se produjo al término del funeral, cuando se hizo entrega a la madre de Trapero de las dos condecoraciones y la enseña nacional que había tapado el féretro de su hijo, así como el tricornio del agente. Después de que se rindiera homenaje a los «Caídos por España» y se escuchara «La muerte no es el final», los compañeros del agente, entre sollozos, portaron a hombros el ataúd hasta el coche fúnebre, mientras entonaban «Adiós polilla», una canción tradicional de los alumnos de la escuela del Cuerpo a los que se conoce cariñosamente como «polillas».