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El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, y el líder del PP, Mariano Rajoy, se enfrentaron en el Congreso a cuenta de la política antiterrorista, en un tenso y agrio debate.

Con anterioridad Rajoy le había acusado de romper el Pacto Antiterrorista, de traicionar la confianza de los españoles. El presidente del Gobierno aseguró que será implacable en la derrota de ETA, justificó su decisión de explorar las posibilidades de un final dialogado de la violencia, una responsabilidad que asumió personalmente, y garantizó que no queda «vía alguna para el diálogo», ni «margen alguno para intentarlo». Pidió además unidad a todas las fuerzas políticas para resistir el ataque terrorista. «No entreguemos a los terroristas, ni ahora ni nunca, el premio de nuestra desunión», requirió.

En el hemiciclo Zapatero y Rajoy se cruzaron durísimos reproches y alusiones personales, hasta el punto de que el primero llamó «faltón» al líder del PP y este se quejó de que le hubiese puesto «de vuelta y media».

Zapatero censuró que el PP haya centrado la oposición al Gobierno en la lucha antiterrorista, haciendo «propaganda gratuita» a los etarras y dañando al Estado, y Rajoy le exigió que hiciera públicas las «actas» de las supuestas reuniones mantenidas con ETA para demostrar su «inocencia» y que no lleva «tres años tratando de engañar a todo el mundo».

El jefe del Gobierno consideró «tristísimo» que Rajoy iniciara su oposición con ETA y la acabara con ETA y le avisó de que los ciudadanos le censurarán en las urnas, porque nunca avalarán una política guiada por el «resentimiento».

La lectura de Rajoy fue bien distinta, pues, de acuerdo con su criterio, Zapatero ha «engañado» a los ciudadanos con el «gran fraude de la falsa oportunidad para la paz» con ETA.