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El lehendakari, Juan José Ibarretxe, instó ayer a que «si queremos la paz, debemos trabajar la paz», y apostó por «mirar al futuro a través del diálogo y los procesos negociadores» ya que, según destacó, «la guerra y la violencia son el fracaso del diálogo y de la sociedad civilizada».

Ibarretxe realizó estas declaraciones en su intervención en el acto de homenaje a las víctimas del franquismo celebrado en el parque de Doña Casilda en Bilbao, que contó con la presencia de los consejeros vascos Javier Madrazo, Joseba Azkarraga, Esther Larrañaga y Gabriel Inclán; el diputado general de Bizkaia, José Luis Bilbao; y el alcalde de la capital vizcaína, Iñaki Azkuna. También estuvieron presentes en el acto «Memoria Viva. Homenaje a las personas que lucharon por la libertad y la democracia», organizado por el Departamento de Asuntos Sociales del Ejecutivo vasco, representantes del PNV, entre ellos Josu Jon Imaz e Iñigo Urkullu; de EA, como Unai Ziarreta; EB, como Oskar Matute y Kontxi Bilbao; del PP, como Leopoldo Barreda; o de Aralar, encabezados por Mikel Basabe.

En su intervención, el lehendakari expresó un agradecimiento, en nombre de la sociedad vasca, a las personas que «lucharon en contra del fascismo», y destacó que «es justo reconocer que sólo los pueblos que saben de dónde vienen saben a dónde van» y que «no se puede tener el viento a favor si no sabes a dínde quieres ir».

Por tanto, indicó que, con el homenaje tributado ayer, «reparamos una deuda histórica con tantos hombres y mujeres que vivieron casi con culpabilidad el haber luchado y el haber sido castigados por el franquismo».

En este sentido, quiso trasladar «un fuerte abrazo» a todas «las aitites y amamas que vivieron aquella guerra, injusta como todas» y agregó que el futuro debe debe construirse «sobre nuevas bases pero sin olvidar de dónde venimos, sin olvidar las cosas que hemos vivido, las cosas que hemos padecido».

Ibarretxe recordó las palabras del escultor Nestor Basterretxea, autor de la escultura inaugurada en este homenaje, explicando que representa «la recidumbre, la vitalidad de los hombres y mujeres del pueblo vasco a lo largo de la historia, pero también esa forma redonda de ver la vida sin ningún tipo de venganza, sin ningún tipo de odio».