En su lugar, el presidente propone «un camino mejor, que yo
llamaría la era post-Kioto»: la colaboración de los distintos
países para compartir tecnologías innovadoras que respeten el medio
ambiente y que pongan fin a la dependencia de los combustibles
fósiles. Las delegaciones en Gleneagles trataban anoche de acordar
una declaración final en la que haya unidad acerca del cambio
climático.
Pero Bush parece haber suavizado un tanto su postura. En una
rueda de prensa ayer en Copenhague, el presidente estadounidense
reconoció que «la superficie de la Tierra se está calentando» y que
un aumento de los gases contaminantes causados por los seres
humanos «está contribuyendo al problema».
Sin embargo, subrayó que sigue pensando que Kioto no es el
instrumento adecuado para atajarlo y es necesario dejar atrás ese
acuerdo. «Kioto no servía para Estados Unidos y, francamente,
tampoco para el mundo», señaló el presidente, quien insistió
también en que el protocolo «hubiera hundido la economía
estadounidense».
El primer ministro británico, Tony Blair, señaló ayer la
importancia de incluir a Estados Unidos y otros países como China o
la India en un futuro consenso sobre el cambio climático. En
declaraciones antes de que comenzase la cumbre del G-8, Blair
pareció resignado a la idea de que el presidente Bush no aceptará
el tratado de Kioto en esta cumbre.
Menos controversia aguarda a Bush en torno a la ayuda a Africa,
otro de los grandes asuntos que se debatirán en Gleneagles. El
objetivo de la presidencia británica es lograr el compromiso de los
países para destinar el 0,7% de su Producto Interior Bruto (PIB) a
la ayuda al desarrollo. Bush ha prometido doblar para 2010 la ayuda
que destina a Africa, que se situaría en 8.600 millones de dólares,
frente a los 4.300 que aporta ahora (el 0,20% de su PIB). Aun con
ese aumento, se encontraría muy lejos del objetivo que busca
Blair.
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