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Maragall aseguró que Carod-Rovira ha cometido «de buena fe» un «error muy grave» y perjudicado el crédito del Gobierno catalán. La reunión del ya ex conseller en cap con ETA ha provocado, a su juicio, que algunos ciudadanos hayan podido interpretar que Catalunya no siente como propias las víctimas del terrorismo, y ha creado un estado de opinión, según el president, muy similar al que se produjo al finalizar la tregua de ETA.

Dijo que entendía la «indignación sincera» de los partidos y «muy especialmente» del secretario general del PSOE, José Luis Rodríguez Zapatero, pero añadió que «el presidente de la Generalitat no se puede doblegar ni por emociones del momento, por justificadas que sean, ni por la fría plafinicación del PP», al que acusó de hacer un uso partidista de la violencia terrorista.

«La derecha española es maestra en el arte de la manipulación de los escenarios mediáticos», dijo, por lo que aseguró que su Gobierno «no se plegará a los planes de la derecha más intemperante que hemos tenido en los últimos 25 años».

Hecha esta argumentación, Maragall anunció que acepta la dimisión de Carod-Rovira como conseller en cap, aunque le mantiene como conseller sin cartera dentro de su Gobierno. El presidente de la Generalitat asume de nuevo las competencias que había delegado al conseller en cap y redistribuirá en los próximos días el resto de atribuciones de este puesto. Y al mismo tiempo, se mantiene el acuerdo de Gobierno con ERC y todas las responsabilidades que los republicanos tienen atribuidas.

Maragall apeló a la «demostrada inteligencia» de Carod para comprender la decisión adoptada, e incluso basó su discurso en el mismo argumento que utilizó después el propio líder republicano, la utilización electoral de esta polémica por parte del PP.