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«Y a ti, ¿te censuran la información o no?», pide el taxista que me lleva al aeropuerto de Lavacolla desde Santiago. «Porque aquí nadie cuenta la verdad, y a más de uno que lo ha intentado lo han hechado». El taxista empieza a hablar contra la clase política gallega y asegura que «los únicos que han dado la cara han sido los alcaldes de los pueblos afectados por la tragedia del 'Prestige'».

Por lo menos me han hecho la misma pregunta veinte veces: el primero fue Ivan Puentes, de las Xoventudes Xocialistas Galegas, al llegar, el viernes, al aeropuerto de Lavacolla. Ivan sabe de que habla, porque trabaja en la TVG y me dice que «estoy muy contento de que vengan periodistas de todo el Estado, porque la prensa de las distintas comunidades autónomas es la única que cuenta como están trabajando los voluntarios, y no lo que dicen por las televisiones públicas. Aquí sólo han contado la realidad algunas televisiones y radios privadas. La prensa escrita ha sido diferente, ha censurado mucho menos la información».

Pero las mismas suspicacias que surgen cuando dices que eres periodista se disuelven cuando cuentas que eres de Mallorca y explicas que mañana -hoy- llegan más de 170 personas en avión dispuestas a limpiar Muxia o cuando narras las odiseas de los doce voluntarios de las Joventuts Socialistes de les Balears desplazados a Malpica para sacar los vertidos del 'Prestige'.

Después, en Santiago, cuando saben que has estado en la playa, es imposible pagar una copa, y los padres de amigos gallegos te invitan a cenar en su casa: «No dejaremos que vayas a cenar fuera, es lo mínimo que podemos hacer». El precio a pagar es toda una batería de preguntas que se responden de forma unánime: «lo que está pasando con los voluntarios es una vergüenza, estos de Tragsa son unos gamberros», comentan. Ya en el aeropuerto, el secretario general de las Xoventudes, Alfredo Rodríguez, se despide de nosotros y nos desea suerte por la odisea del viaje de vuelta a casa.