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EFE - SANTIAGO Los graves incidentes protagonizados en el Parlamento chileno por senadores de la derecha opositora pusieron de manifiesto que Augusto Pinochet, detenido en Londres hace siete meses, sigue gravitando en la vida política chilena.

En medio de violentos enfrentamientos entre universitarios y trabajadores portuarios con la policía en las afueras del Congreso, senadores partidarios del general se enfrentaron a golpes con legisladores de la coalición gubernamental en presencia de representantes del cuerpo diplomático. El presidente de la República, Eduardo Frei, que el viernes presentó su último informe anual al Parlamento, se vio obligado a retrasar e interrumpir la lectura de su discurso, ante las protestas de los partidarios del general que estaban en la tribuna de invitados, medio centenar de los cuales fueron desalojados.

Mientras, los senadores de la derecha protestaban con gritos y pancartas por la detención de Pinochet y la presencia en el acto de los embajadores Juan Manuel Egea (España) y Glynne Evans (Reino Unido), a los que entregaron una carta poco antes de abandonar el hemiciclo.

El general retirado Julio Canessa, designado senador institucional en representación del Ejército, dijo que es «inaceptable» que representantes diplomáticos de los Gobiernos responsables de la detención de Pinochet acudieran al Congreso.

Para el presidente del Senado, Andrés Zaldívar, estas actitudes «tienden a dividir nuevamente a los chilenos, a provocar situaciones de tensión».
La situación de Pinochet también marcó el mensaje presidencial. Según el presidente Frei la permanencia en Londres del senador vitalicio «introduce incertidumbre en el devenir político nacional».

«Es más beneficioso para el país que el senador Pinochet regrese a Chile durante mi mandato» (que concluye en marzo del 2000), señaló Frei, quien anunció que «el Gobierno seguirá usando los caminos políticos, jurídicos y humanitarios» para lograr la vuelta del general.

Si regresa, Augusto Pinochet deberá afrontar los procesos judiciales que se sigan contra él, «como cualquier ciudadano en similar situación», recalcó el presidente. «Debemos ser capaces de asumir nuestros problemas y no permitir que otros los resuelvan en nuestro nombre».