Portavoces del SEPLA aseguran que las movilizaciones se reservan como «último recurso».

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La situación vivida en los aeropuertos durante la pasada Semana Santa podría repetirse si las amenazas de próximas movilizaciones lanzadas por el SEPLA se hacen realidad. La compañía Iberia hizo ayer un llamamiento a la «sensatez y sentido común» y pidió al sindicato de pilotos que reflexione sobre la oferta que se le ha presentado «porque más no se puede ofrecer».

La ruptura el jueves de las negociaciones entre el SEPLA y la compañía Iberia para la firma del convenio colectivo hace que se incremente el temor de la población ante el posible inicio de nuevos problemas aeroportuarios.

REFLEXIÓN
El presidente de la compañía Iberia, Xabier de Irala, y el de la Sociedad Española de Sociedades Industriales (SEPI), Francisco Ferreras, confiaron en que los pilotos «reflexionen» y acepten finalmente la oferta que se les ha presentado, porque «la alternativa es el caos».

Irala afirmó, por su lado, que la actitud de los pilotos ha ocasionado de una forma «mínima» los problemas del tráfico aéreo, pronosticando que el proceso de saturación de tráfico aéreo, a nivel europeo, continuará en los próximos meses por el constante crecimiento de la demanda de este transporte.

Según explicó Francisco Ferreras, el propio ministro de Industria y Energía, Josep Piqué, tras entrevistarse con el máximo responsable del SEPLA, Juan José Arroyo, ratificó la propuesta de la aerolínea con carácter «definitivo». Además, según el máximo dirigente de la SEPI, «es la última y mejor oferta que Iberia podía poner encima de la mesa en esta cuestión. Más no se puede ofrecer», dijo.

Ante la siguiente fase del proceso de privatización, la compañía ofrece a sus empleados un tramo preferente en la adquisición de la oferta pública, basado, entre otras cosas, en la retribución, fuera de nómina, a cada uno de los 1.300 pilotos con 700.000 pesetas este año.

Sin embargo, el SEPLA considera que esas 700.000 pesetas tendrían que incorporarse con carácter anual a sus nóminas, hecho que para la dirección supondría un coste de 6.000 millones de pesetas por año, y al cabo de tres años 20.000 millones de pesetas, con lo que, según las explicaciones de Ferreras, «el futuro de la compañía quedaría hipotecado en 60.000 millones de pesetas».