Ndiaye Deme Niang. | M. À. Cañellas -

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Se licenció en Derecho en la Universidad de Dakar (Senegal), trabajó junto a su padre en el campo para pagarse sus estudios y a pesar de todo, Ndiaye Deme Niang, 43 años, no veía futuro en África mientras su familia pasaba hambre y mucha necesidad. Nos remontamos a 2006 y Ndiaye tan solo tenía 25 años cuando decidió subirse a un cayuco y labrarse un futuro para ayudar a su familia.

Este relato es el que expuso este martes frente a los asistentes en CaixaForum. Una historia que replica a todas las miles de personas que cada día salen desde África y se juegan la vida en el mar. «El cayuco salió desde la zona costera de Kayar, en el este de Senegal. Éramos 102 personas. La ruta hasta llegar a Las Palmas de Gran Canarias duró una semana. En la patera, solo se piensan dos cosas: o vives o mueres», reflexionó.

Por suerte, nadie de ellos murió, aunque recuerda a mucha gente enferma, algunos llorando durante la travesía, mareos y situaciones límites. «El mar daba miedo, recuerdo olas enormes», rememoró. Una vez en tierra, Cruz Roja ayudó a ese grupo de africanos. Ndiaye pasó una noche y luego le enviaron a Valencia. Tras una breve estancia, pidió traslado a Mallorca porque aquí tenía familiares.

«Mi integración en la Isla ha sido muy dura, sobre todo por el idioma. Todos pasamos por la venta ambulante, pero te puedo asegurar que más del 90% no quieren dedicarse a eso», explicó. En su caso, pronto encontraría trabajo y eso le permitió tener, al cabo de tres años, los papeles. Hoy, Ndiaye está completamente integrado en Mallorca.