Mallorca tiene cada vez más restaurantes de alta gama. | Freepik

TW
9

Los restaurantes de gama proliferan en Mallorca. Así lo pone de manifiesto el presidente de Mallorca CAEB Restauración, Alfonso Robledo. En este sentido, explica que se trata, principalmente, de establecimientos especializados en cocina mediterránea, que utilizan productos de kilómetro cero. El precio medio por comensal es de 35-40 euros, aproximadamente.

Robledo detalla que los lugares de la Isla en las que se están abriendo más negocios de este tipo son el centro de Palma (especialmente Santa Catalina y La Lonja), así como zonas turísticas maduras, tales como la Playa de Palma o las playas de Magaluf o Palmanova. «Nosotros vamos detrás de los hoteles y como los hoteleros han hecho una apuesta muy importante por incrementar la calidad de sus establecimientos, los restauradores estamos haciendo lo mismo», expresa. En este punto, destaca que en la Isla hay «restaurante de mucha calidad», que se sitúan al nivel de los mejores de España.

Noticias relacionadas

La práctica más habitual es ubicar estos nuevos restaurantes en otros existentes anteriormente, pero de menor calidad. Mallorca CAEB Restauración quiere apostar por este sistema, motivo por el que este próximo lunes tiene previsto reunirse con el conseller de Turisme, Joan Bauzá, para solicitarle que apruebe una moratoria de las plazas de restauración, como tienen los hoteles. El objetivo que se persigue con esta medida es mejorar la calidad de la oferta del sector de la restauración, al tiempo que garantizar la viabilidad económica de los que están abiertos. Además, estos negocios requieren trabajadores más cualificados, por lo que también ofrecen mejores condiciones laborales y salarios más altos.

Residentes europeos

El representante de los restauradores explica que los clientes de los restaurantes de alta gama suelen ser, mayoritariamente, residentes europeos. Mallorca se ha convertido en un destino muy atractivo para ciudadanos de otros países, principalmente de Alemania, que teletrabajan desde aquí. A esto hay que añadir los europeos y, cada vez más, estadounidenses que tienen segundas residencias en la Isla. Todos ellos, suelen ser clientes habituales de restaurantes de gama alta. Robledo destaca que esta tendencia está permitiendo un crecimiento importante de la industria agroalimentaria mallorquina, ya que reclaman productos de kilómetro cero. «No quieren un rioja, nos piden vinos mallorquines y esto está siendo muy positivo para los cellers», informa.