Imagen de archivo de una prueba de la PBAU en Baleares.

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En cuestión de ortografía no todo es cuestión de práctica. Aproximadamente el 60 % de los alumnos de Baleares que se examina en las pruebas de acceso a la universidad (PBAU) tiene algún tipo de dislexia. El anuncio de que la nueva PBAU restará a partir del curso 2025-2026 un 10 % de la nota a los estudiantes que escriban con faltas de ortografía en sus exámenes ha puesto sobre la mesa un debate recurrente sobre la importancia de la corrección ortográfica en la sociedad actual, pero ese debate no puede obviar que una parte del alumnado tiene lo que se conoce como necesidades específicas de apoyo educativo.

Igual que un estudiante ciego realiza el examen en braille y escucha en audio las preguntas, los estudiantes con dislexia, disgrafía y disortografía y discalculia realizan su examen con un ordenador. «Eso no les da una ventaja respecto al resto del alumnado, sino que les coloca al mismo nivel en la línea de salida. Los alumnos con necesidades específicas de aprendizaje se enfrentan exactamente a los mismos exámenes que el resto y responden a los mismos contenidos». Así lo explica Dolors Forteza, directora del departamento de atención a personas con necesidades educativas específicas de la Universitat de les Illes Balears (UIB).

Dolors Forteza, profesora y directora de la Oficina de apoyo a personas con necesidades específicas de la UIB.

La prueba fehaciente de que los alumnos con necesidades específicas de aprendizaje no juegan con ventaja es que cuando se consulta el porcentaje de alumnos que se examinan y aprueban la PBAU no se observa un porcentaje mayor de aprobados entre los llamados alumnos NESE (Necesidades educativas específicas) que entre el resto del alumnado. «El porcentaje de aprobados es bien parecido al resto, prácticamente idéntico. No son ventajas, son necesidades», reflexiona Forteza.

Actualmente las faltas de ortografía ya restan nota al alumnado que realiza la prueba de acceso a la universidad. Lo que ocurre es que no hay una normativa específica que fije un porcentaje de penalización. Los especialistas en atención a la diversidad solicitan año tras año a los examinadores «flexibilizar» el criterio en el caso de alumnos con dificultades específicas de aprendizaje.

Lo que preocupa a los expertos es que la nueva ley educativa pueda complicar el acceso a la universidad a las personas con distinto tipo de dislexia. «Han anunciado que puede haber una bajada de nota de hasta un 10 % pero una de las preguntas que nos planteamos es si las faltas bajarán nota solo en las asignaturas de lengua (catalán, castellano e idioma extranjero) o en todas las asignaturas, porque podría pasar que los alumnos con necesidades específicas se queden atrás y tengan pocas posibilidades de estudiar aquello que desean», dice Dolors Forteza.

Entre las dificultades específicas de aprendizaje encontramos la dislexia, la disgrafía, la disortografía y la discalculia. Son trastornos del aprendizaje muy relacionados. El más conocido para el público general y también el más frecuente entre la población de edad escolar es la dislexia. Se caracteriza por dificultades en el aprendizaje de la lectoescritura de carácter persistente y específico debido a una alteración en el neurodesarrollo. La disortografía es una dificultad de aprendizaje muy relacionada con la dislexia pero que afecta únicamente a la escritura, no a la lectura. En tercer lugar encontramos la discalculia, equivalente de la dislexia pero que afecta a los números y las matemáticas en lugar de a la lectoescritura. La disgrafia, afecta al desarrollo de la escritura, concretamente al trazo de las letras, tamaño y forma.

En todos los casos, el uso de un ordenador como herramienta de estudio y posteriormente del trabajo, facilita la plena integración de quienes la padecen. Con la incorporación de este hábito en las adaptaciones curriculares de los escolares diagnosticados, ha disminuido notablemente la tasa de fracaso escolar. Celebridades como Steven Spielberg y Steve Jobs son algunos ejemplos de superación. Se dice que Agatha Cristie, Albert Einstein y Picasso también padecían este tipo de trastorno.

«Nuestra universidad realiza un trabajo enorme de la mano de las familias para hacer las adaptaciones necesarias para el estudio. No se les está regalando nada, son personas que tienen ese derecho», reflexiona la jefa de la unidad de atención a la diversidad de la UIB.

En todos los casos se tienen en cuenta criterios profesionales de los ámbitos psicopedagógicos y de la salud. «Hay muchos grados de dislexia y suele dar señales en la educación infantil cuando el niño o la niña aprende a leer y a escribir, el problema con el que nos encontramos es que todavía hay una detección tardía en algunos casos y lo cierto es que se nace con dislexia, no aparece a los 3 años ni a los 20», dice la experta. Avisa que «mensajes como ‘eres vago’ o ‘no lo haces bien’ van minando la autoestima de los niños y a veces nos encontramos en las pruebas de acceso para mayores de 25 años con personas disléxicas que en su momento no tuvieron oportunidades, fracasaron escolarmente y ahora reenganchan», concluye.

Los orientadores de segundo de bachillerato de los centros de educación secundaria tienen de plazo hasta el 27 de marzo para solicitar la adaptación para sus alumnos de cara a la PBAU del curso 2024-2025. Si la solicitud es admitida a trámite hacen el mismo examen que el resto de estudiantes pero en un aula de apoyo y con los medios técnicos que correspondan. Durante los exámenes los profesores que están en el aula son profesionales del ámbito psicopedagógico. «Tenemos la formación y la sensibilidad y sabemos cómo tratarlos. Se juegan mucho y es un alumnado que en muchas ocasiones ya ha hecho un esfuerzo titánico para llegar hasta ahí». El año pasado algo más de 300 alumnos recibieron apoyo educativo específico durante la prueba. De ellos, más de un 60 % tenía algún tipo de dislexia.