Desde la izquierda, Cristòfol Vives (investigador principal), Jerònia Lladó, Gabriel Olmos y Guillem Canyelles, miembros del Grup de Recerca en Neurobiologia Cel·lular. Foto: A. COSTA/UIB. | Antoni Costa

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La proteína PATJ desempeña un papel clave en la recuperación de las zonas del cerebro afectadas por un ictus o accidente cerebrovascular, según un estudio liderado por el Grup de Recerca en Neurobiologa Cel·lular de la Universitat de les Illes Balears (UIB), adscrito al Institut Universitari d’Investigacions en Ciències de la Salut (Iunics) y al Institut d’Investigació Sanitària de les Illes Balears (Idisba).

Según han explicado este lunes Cristòfol Vives, Guillem Canyelles y Jerònia Lladó, miembros del grupo de investigación (Vives es el investigador principal), el descubrimiento abre la puerta a «acelerar la reparación del daño cerebral tras el ictus, dado que no se dispone todavía de ningún fármaco eficaz para tratar las lesiones cerebrales asociadas».

De acuerdo con los resultados del estudio, publicado recientemente en la revista científica Cell Death Discovery, del grupo Nature, la importancia de la proteína PATJ recae en que se encarga de regular la formación de nuevos vasos sanguíneos en la región lesionada del cerebro después del ictus. Ello es esencial para volver a aportar oxígeno y nutrientes a la zona del cerebro que ha quedado dañada.

En estudios previos, los investigadores consiguieron identificar en 2019 el primer gen asociado al pronóstico funcional después del ictus, la PATJ. La investigación se realizó mediante aproximaciones genéticas basadas en análisis comparativos del genoma humano entre pacientes de ictus isquémico que tuvieron una buena recuperación funcional con aquellos pacientes que sufrieron secuelas graves.

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Desde entonces, los investigadores han ampliado su investigación a través de estudios funcionales para determinar la función del gen PATJ en el contexto de la regeneración de la lesión isquémica cerebral. Estos resultados han permitido concretar el papel clave de esta proteína a la hora de regular la formación de nuevos vasos sanguíneos en la zona afectada, un proceso indispensable para regenerar la lesión cerebral.

Un ictus es la repentina alteración de la circulación de la sangre en el cerebro, debida a una obstrucción (ictus isquémico, que son la mayoría de casos) o por la rotura de una arteria cerebral (ictus hemorrágico). Se trata de una enfermedad aguda que puede comprometer funciones cognitivas, motoras, sensitivas o emocionales. Tiene un impacto muy importante tanto en los pacientes como en los sistemas de salud, dado que es la principal causa de discapacidad y dependencia en el mundo. En España, una persona sufre un ictus cada 6 minutos, lo que representa alrededor de 175.0000 casos cada año, de los que un tercio terminan con algún grado de dependencia.

La investigación ha sido financiada por la Fundació Marató de TV3, el Fondo de Investigaciones Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III, la red RICORS Ictus con fondos Next Generation, la Dirección General de Recerca, Innovació i Transformació Digital del Govern (con financiación europea) y por la Agència de Gestió d’Ajuts Universitaris i de Recerca de la Generalitat de Catalunya.

De momento, la investigación sólo se ha referido a ictus isquémicos, aunque existe la idea de aplicarla a ictus hemorrágicos, que son el 15 % del total. Los investigadores no han detectado diferencias entre hombres y mujeres, aunque las variantes raras del gen siempre presentan más probabilidades de discapacidad asociada al ictus.