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No se sabe todavía si el caso de las mascarillas fraudulentas tendrá consecuencias judiciales, a la espera de la investigación que lleva a cabo la Audiencia Nacional que ya lleva 20 detenidos. De momento, ni siquiera el PP balear ha levantado sospechas por una posible actuación corrupta de Francina Armengol y de su Govern. Nadie ha sugerido o insinuado que ha habido corrupción, cobro de comisiones o cuestiones como las que se investigan en Madrid. Sin embargo, hay que esperar y ver qué pasa.

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En Baleares, el asunto queda por el momento en el terreno de lo político, para dirimir por qué el Govern se demoró tanto a la hora de exigir a la empresa que devolviera el dinero cobrado de más y para resolver quiénes fueron los artífices de una operación en la que el Govern perdió al menos 2,6 millones de euros. El PSIB no dice quiénes fueron los ideólogos de la compra, tanto en Madrid como en Baleares, y el PP sostiene que hay dudas más que suficientes como para que la presidenta Armengol aclare qué paso. El presidente canario habló este jueves y Armengol aún no lo ha hecho, pero muy probablemente la semana que viene estará por Palma con motivo del Dia de les Illes Balears y podrá hacerlo. Si quiere. Más allá de las dudas que pueda plantear la investigación, sobre lo que no hay ninguna duda es sobre las consecuencias que tendrá en el Parlament.

La legislatura acaba de pegar un vuelco. Tras unos primeros meses en los que Marga Prohens ha dado la imagen de quedar al albur de los caprichos de sus socios, con una oposición extremadamente dura e implacable por parte del PSIB, todo el panorama acaba de dar un giro radical. A partir de la semana que viene, comienza una nueva legislatura en el Parlament, una segunda fase en la que el Govern hará de oposición y la oposición deberá ponerse a la defensiva. De hecho, es como si la legislatura comenzara ahora de verdad, como todo el mundo esperaba que comenzara hace casi un año.